Este enfoque viene a cuenta por el viraje de 180 grados que realizó Andrés Manuel López Obrador en el tema de la Seguridad Interior.

Durante años previos y especialmente en el periodo de la campaña, el candidato de Morena rechazó la política de sostener la presencia del Ejército Mexicano y la Marina Armada en las calles. No lo dijo en una ocasión; fue una docena de declaraciones en las que manifestó su rechazo a continuar con la militarización de la seguridad.

Sin embargo, cuando ahora presenta su plan sostiene a los mandos castrenses como la cúpula de las estructuras de seguridad, contradiciendo abierta, totalmente, el discurso que pronunció durante años.

La realidad es que el presidente electo no quiere expresar un Mea Culpa y reconocer que su diagnóstico estaba equivocado. Fueron decenas y decenas de horas las que escuchó la grave problemática de voz de los mismos generales y almirantes.

En esas sesiones el tabasqueño se percató que no tenía otra opción, que no había más camino que seguir recurriendo al fuerte brazo de las fuerzas armadas.

La evaluación que realizó reveló una extrema descomposición en la Policía Federal. Ese análisis derivó en el desafortunado, atropellado discurso que pronunció Alfonso Durazo Montaño quien en la palestra arremetió de manera burda contra la mayor corporación policiaca del país. Es evidente que el cargo le queda muy grande a este político que luego de 24 años vuelve a las grandes ligas.  

AMLO debería reconocer que sus diagnósticos estaban equivocados, y que en este momento, dada la gravedad del problema nacional sólo con las tropas puede garantizar la gobernanza requerida.

Al mismo tiempo debe aceptar e incorporar las críticas que las asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales le están expresando. Su estrategia de seguridad no ha dicho una palabra de las policías estatales y municipales que son el 70 por ciento del aparato nacional. El enfoque lopezobradorista se está centrando en la cima de la pirámide, pero está dejando de lado la crisis que agobia a la base, ahí en regiones que componen estados y municipios.

La verdad es que hay un ‘socavón’ en la estrategia de seguridad del ‘Peje’. Apenas en estas fechas y sobre las piernas está trazando una ruta para ‘serenar’ al país.

Sin duda alguna la perspectiva aún es larga y tortuosa. Sobre la marcha se irá modificando la estrategia.

Al país sólo le queda confiar en el comandante supremo. Los mexicanos sólo esperamos que este jefe de las fuerzas armadas no se corrompa como hicieron los tres anteriores: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Con eso basta para arrancar la pacificación del país.

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.