Hoy en Puebla y en el país estamos presenciando el espectáculo de la descomposición, de la degradación política. Es un proceso que se está acelerando de manera vertiginosa. El proceso electoral de aquel 2012 semeja un jardín de rosas frente a lo que presenciamos en este 2018.
Y es que cuando una candidatura sale en medio de impugnaciones, procesos internos atropellados, en medio de imposiciones ruines y mezquinas, es lógico que esos contendientes llegan por componendas e intereses de las cúpulas de sus partidos; pero de ninguna manera representan a sus militancias, a sus bases electorales.
Si ni siquiera son cercanos a las tropas que dicen representar, mucho menos van a atender a los pueblos que aspiran a gobernar.
Hoy un virus recorre Puebla, se propaga de manera impetuosa, se contagia en las oficinas de los partidos políticos; en las casas de campaña; en los palacios municipales. Ese virus es la soberbia desbordada. Ningún partido se escapa a esta pandemia que ha convertido a pequeños aspirantes en arrogantes candidatos.
Hace un par de semanas eran unos enanos que suplicaban por una oportunidad; hoy están convertidos en gigantes de tres metros de altura y 200 kilos de peso, ni siquiera pueden entrar a su Suburban. La petulancia los transformó en unas horas.
En realidad siguen siendo unos enanos; ante el auténtico y verdadero ejercicio político son unos pigmeos. Pero llegaron a ser candidatos porque a ‘La Doña’ le cayeron bien; a Barbosa les pareció que serían los más manejables; o porque Lastiri tiene negocios con ellos o Estefan quisiera tenerlos.
Pero las imposiciones atraviesan toda la entidad como un temblor que va arrasando las estructuras partidistas. Esos candidatos llegan por encima de los partidos que los postulan y con ello están socavando a sus respetivos institutos.
El lunes 2 de julio, ya sea que ganen o pierdan la contienda, dejarán en ruinas las siglas que ocuparon; PAN, MORENA o PRI.
Pero sobre todo debe destacarse que si llegan a ganar, encabezarán gestiones municipales desastrosas; mucho peor que las ya vistas. Ayuntamientos a los que poco o nada les importarán los gobernados, que no atenderán a los grupos sociales representativos, que ignorarán las demandas populares.
Esos munícipes se deberán a sus amos, pero solo responderán ante el llamado de quien triunfe en la gubernatura.
Ya estamos viendo un grado de descomposición mayúscula con las candidaturas de Alejandro Martínez Fuentes hermano de ‘El Toñín’ en Quecholac y de Martín Mirón López tío de ‘El Kalimba’ en Palmar de Bravo; el primero postulado por Pacto Social de Integración, PSI y el segundo por ‘Juntos haremos Historia’. Campañas que van a ser financiadas con dinero del huachicol; y ante esto no hay autoridad local o federal que intervenga.
Estamos ante la mayor descomposición electoral que se haya visto. Y es poco, muy poco lo que se puede hacer.
Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.