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Jueves, 05 Abril 2018 02:31

López Obrador 2018: entre la semiótica y la Amlodipina

López Obrador 2018: entre la semiótica y la Amlodipina Escrito Por :   Javier Arellano Ramírez

En el México contemporáneo pocas campañas presidenciales iniciaron con una ventaja de este calado. Tan solo de arranque, López Obrador lleva una preeminencia que parece imbatible. El reto de Ricardo Anaya será acortar este margen; en tanto que el desafío de Meade será bajar a Anaya para colocarse en segunda posición y desde ahí operar el mayor fraude electoral que se haya visto en este país.


La realidad es que poco pueden hacer los abanderados del PAN y del PRI junto con sus respetivos aliados para abatir las zancadas con las que adelanta el tabasqueño.

 

En los próximos cuarenta y cinco días Ricardo Anaya será sometido a un bombardeo extremo, una verdadera carnicería. Si para la segunda o tercera semana del mes de mayo, el PRI de Peña Nieto no puede desbarrancar a Anaya, entonces dejarán de verlo como su gran adversario para convertirlo en su principal aliado.

 

La ‘nomenklatura’ tricolor hará todo lo posible por hundir al queretano, pero si para el 15 de mayo no lo logran, entonces cambiarán de estrategia. Abandonarán a su candidato, dejarán a José Antonio Meade para impulsar con toda la fuerza del Estado al panista.

 

Cuando la tecnocracia peñista vea inminente y consumada la derrota del tricolor, darán un viraje de 180 grados y comenzará a apoyar a Anaya. Es decir cambiarán de barco, pero seguirán en la misma ruta de los proyectos neoliberales.

 

Harán todo lo que sea necesario con tal de impedir el ascenso de López Obrador.

 

Las estrategias en contra del candidato de Morena no variarán mucho. Prácticamente seguirán la vieja receta del español Antonio Solá: ‘López Obrador es un peligro para México… Representa un grave riesgo para las inversiones nacionales e internacionales… Provocará una fuga masiva de capitales… Hará de México una copia de Venezuela… Les quitará sus casas a las familias de clase media para dárselas a los pobres…”

 

El argumento será el mismo; el paquete envenenado no cambiará, solo variarán las envolturas y los emisarios.

 

Pero en una mesurada toma panorámica del escenario político nacional debe reconocerse que el principal enemigo de López Obrador sigue siendo López Obrador. Sus reacciones, sus declaraciones espontáneas, sus característicos arrebatos son los que ponen en sobresalto a algunos sectores de la sociedad mexicana.

 

Este Andrés Manuel de 2018 sin duda es muy diferente al de 2006 y 2012. Muestra mayor madurez, estabilidad, equilibrio. Pero aún no es suficiente.

 

Es claro que ya quedaron superadas aquellas etapas del ‘Ya cállate chachalaca’ o ‘Al diablo con sus instituciones’. Pero aún  falta mucho para llegar a un discurso histórico; todavía no llega a la lingüística propia de un estadista.

 

Si los dos asesores de AMLO quieren mantener la ventaja que presenta deben conminarlo a tomar las tesis de la lingüística y la semiótica; las ciencia del lenguaje y de los signos culturales, incluidos los políticos.

 

Cuando Andrés Manuel habla de romper las reformas estructurales, comenzando con la energética y revisar a fondo los contratos con empresas estadounidenses, asiáticas y europeas desata una enorme expectación en los mercados internacionales.

 

En este renglón, AMLO debe dejar la arenga del templete para preparar discursos dirigidos a los mercados internacionales.

 

César Yáñez Centeno, vocero de Morena, tiene la costumbre de convocar a improvisadas ruedas de prensa en las escaleras de los templetes. Yáñez olvida las tesis que apuntan ‘El medio es el mensaje’ y ‘La forma es fondo’. Abordar la abolición de las reformas estructurales en una rueda de prensa banquetera es un error lamentable.

 

Frente a transformaciones que implicarían revisar y eliminar las reformas más importantes de la historia reciente, los mensajes, los discursos de López Obrador deben ir dirigidos a la prensa internacional, a Wall Street, a la Unión Europea, a los mercados globales.

 

Andrés Manuel tiene la oportunidad ser el parteaguas histórico de una izquierda latinoamericana nacionalista, defensora de la autonomía, pero al mismo tiempo abierta a inscribirse en el marco de la globalización. Es decir defensa de la soberanía nacional, pero sin ruptura con los mercados e intereses internacionales.

 

AMLO debe buscar, solicitar, pedir formales entrevistas con Wall Street Journal y con Financial Times, directamente en sus oficinas centrales. Y con esto estaría enviando el mensaje de que la defensa de la soberanía no está confrontada con la apertura a la globalización.

 

La elección en México está bajo los reflectores de los mercados. Y esta batalla no se va a ganar con una mesa redonda organizada por Milenio; por cierto, misma que parecía más un palenque que un diálogo periodístico.

 

El candidato de Morena debe comenzar a hablarle al mundo, asistiendo a las redacciones de los diarios que son el termómetro financiero de las naciones: WSJ y FT.

 

Pero sobre todo Andrés Manuel debe sostener ante los mercados internacionales que un país en llamas nunca será una buena inversión.

 

El régimen de Peña Nieto colocó a México en el preámbulo de algunas naciones africanas que sometidas el saqueo indiscriminado quedaron convertidas en estados fallidos.

 

Llegó el momento en que ‘El Peje’ haga uso de la lingüística política propia de un estadista. Este es el momento en que debe acercarse a la semiótica de Umberto Eco y alejarse un poco de la ‘Amlodipina’.

 

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.

 

 

 

  

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