Martha Erika responde “yo estoy en primer lugar”; “yo estoy en la boleta”; “nadie me regaló nada”; “me la gané con esfuerzo”; “a ver señores, tengo nombre”; y una larga explicación sobre cómo en los trámites oficiales no te permiten usar tu apellido de casada y que el mismo era para cuando acompañaba a Moreno Valle y que ahora es ella la que decide.
O sea, la estrategia fue deslindarse. El problema es que nadie se la cree. Y si de por sí ya no les creemos a los políticos pues esta estrategia profundiza la falta de credibilidad.
¡Qué tal que se hubiera dejado el apellido! ¡Qué tal que su discurso fuera de una profunda admiración a su esposo! ¡Qué tal que diga que cree tanto en él y en lo que logró que claro que lo quiere continuar porque seis años no son suficientes para todos los cambios que les gustaría ver! ¡Qué tal que nos diga que ella no era nadie hasta que se casó con Rafael y que por eso se siente súper orgullosa! (ok, igual exageré con la última).
Pero mi punto es que el deslinde resta. Cuando uno es auténtico, honesto y no tiene nada que ocultar; aunque suene cínico se agradece y se aplaude. El problema es cuando uno trata de ocultar las cosas que no son políticamente correctas, pues se despiertan dudas.
El deslinde resta más cuando tu contrincante más cercano es Andrés Manuel López Obrador (no Barbosa) y su discurso de 12 años en contra de las mafias del poder, de los excesos y abusos de los poderosos, de la corrupción y las ofensas al pueblo domina el inconsciente de la población.
Todo mundo sabe que Moreno Valle y su poder están detrás de Martha Erika. Y hay a quienes no les importa por que sí creen que fue buen gobernante y que hizo mejoras en el estado. También hay quienes no quieren que siga en el poder y se sienten ofendidos y agraviados; pues esos votos ya estaban perdidos no los iba a recuperar Martha Erika de todos modos.
Sus asesores se equivocan en convertir los ataques en misoginia y en volver la elección un pleito en defensa de las mujeres. Lo que se cuestiona es el merecimiento en términos de logros en el ámbito político y de función pública.
Siento que los estrategas de la campaña no pensaron suficiente este tema. No buscaron maneras creativas de confrontarlo. Creyeron que iba a ser un tema que se iba a diluir, pero AMLO en esta visita al estado con su gran capacidad de fijar agenda y de poner el dedo en la llaga cambió el lenguaje de la elección. La pregunta ya no es si vamos a votar por continuidad o cambio, la pregunta es si vas a permitir el nepotismo y el cacicazgo.