De cómplice en la construcción de la figura política de Fidel Castro como líder de la revolución socialista de Cuba, ahora Vargas Llosa aparece como un santón del neoliberalismo reaccionario. Y desde el monte del Olimpo construido con las versiones de sus libros, sus miles de artículos y sus declaraciones, el escritor se muestra como el oráculo de futuros ominosos.
Vargas Llosa puede decir lo que desee, sea contradictorio o no. Pero debería ser lo que gusta decir de sí mismo: un demócrata. Ahora da consejos a México: evitar que la democracia mexicana actual “retroceda a una democracia populista”; o sea, evitar la democracia para no llegar al populismo.
Como intelectual doctorado en letras, Vagas Llosa es un mejor ‘trapecista’; en su mundo de las ideas hay tres fases involutivas:
1.- De 1962 a 1967 fue un escritor estalinista, castrista, procubano, revolucionario, hasta guevarista. Sus textos sobre Cuba fueron superficiales, sentimentales y ciegos a favor de la dictadura castrista que se definió en julio de 1959 cuando encarceló al comandante Hubert Matos por decir que Fidel era comunista.
2.- De 1970 a 1989 Vargas Llosa fue un socialista desterrado -como Trotsky- porque aprobaba la idea del socialismo, pero no le gustaba en ningún país. En mayo de 1970 Vargas Llosa rompió con Castro por el encarcelamiento y tortura al poeta Heberto Padilla. A partir de ahí, volteó banderas al socialismo cubano, aunque asumió el modelo del Sartre de Stalin sin estalinismo -cualquier cosa que ello represente-. Escribió Vargas Llosa, como Sartre en ‘El fantasma de Stalin’, que, a pesar de las pruebas del socialismo autoritario y dictatorial, “aprieto los dientes y sigo diciendo con el socialismo”.
3.- De 1989 a la fecha, Vargas Llosa se pasó al neoliberalismo reaccionario, conservador, fondomonetarista, de mercado, antisocial proempresarial y -¿por qué no?- monárquico. En 1990 fue candidato a la presidencia del Perú y su programa de gobierno fue el mismo del neoliberalismo impositivo del Fondo Monetario Internacional. Desde ese 1989 -caída del Muro de Berlín- Vargas Llosa se convirtió en el intelectual insignia de ese neoliberalismo.
Vargas Llosa es el intelectual prototípico que describió el español Ignacio Sánchez-Cuenca en su ensayo ‘La desfachatez intelectual: los intelectuales clérigos’ -Julien Benda-, tertulianos o víctimas propiciatorias del neoliberalismo como el nuevo opio -Raymond Aron-, es decir, líderes sociales que suplen el debate de las ideas, la lucha de clases y la reflexión ensayística. Basta, dicen, una declaración bien construida, casi como cuento corto.
Vargas Llosa caracterizó en 1992 el sistema mexicano como “dictadura perfecta” porque contenía en su seno hasta a sus críticos. Ahora alerta la posibilidad de la “democracia populista” -categorías contradictorias u oximorónicas- porque la democracia es el mandato de las mayorías y no los pánicos de las minorías ilustradas, y pide votar el regreso de la dictadura perfecta priista.
Su libro ‘El llamado de la tribu’ es un viaje simbólico de Finlandia a la estación de Alemania -al revés del Lenin de Edmund Wilson- en busca de su nueva moral neoliberal, fondomonetarista, de mercado.
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Política para dummies: La política es el arte de perder la memoria para convencer a incautos.
Sólo para sus ojos:
- Recuerde consultar todos los días seguridasdydefensa.mx para enterarse de las geoestrategias del poder que tienen al mundo pendiendo de un hilo.
- Margarita Zavala usa la imagen de Manuel Gómez Morín para su campaña, pero pocos panistas saben quién fue y muchos entienden que durante su presidencia Felipe Calderón escondió a Gómez Morín.
- Con sus coordinadores regionales, sus operadores de campaña y sus delegados estatales, el candidato priista-no priista José Antonio Meade Kuribreña está demostrando que tiene más miembros de equipo de campaña que votos electorales.
- Las declaraciones del rector Enrique Graue fueron leídas en la UNAM como la continuación de la impunidad, el narcotráfico y los grupos criminales en los recintos estudiantiles.
- Si no le dan un descontón que lo tumbe, Ricardo Anaya saldrá fortalecido por el acoso de la PGR. Los priistas se olvidan que el voto contra el PRI es voto de castigo.
- Famosas últimas palabras: “Vargas Llosa es un buen escritor, pero un mal político”: López Obrador.
@carlosramirezh