Y así quedan en segundo plano las peticiones de que se reparen los baches en el Centro Histórico de Puebla, pese a ser víctimas de ellos porque por todos lados los conductores caemos en alguno.

Quedan muy por abajo las peticiones de padres de familia y, hay que decirlo, de las madres de familia que, según las estadísticas oficiales, son quienes llevan el 54 por ciento de los hogares como las únicas responsables de la manutención de hijos y esposos.

La seguridad hoy lo mismo se le exige a autoridades que a candidatos y hasta a los ‘Reyes magos’ y al ‘Señor de las Maravillas’, tema que está presente por encima de la aspiración de cambiar el auto o tener una casa propia, aunque sea la más pequeña y alejada que se encuentre, como las que hacen los constructores en los municipios vecinos.

Sí, desgraciadamente en cualquiera de nuestras colonias se escucha a cualquier hora el sonido de sirenas de patrullas y ambulancias, lo que ha generado comentarios que hacen que parezca estamos en guerra.

El flagelo de la inseguridad pega lo mismo a los de arriba que a los de abajo. A niños, adultos y ancianos.

Los videos en las redes sociales, como los grabados en camiones urbanos, abundan y se reproducen hasta el cansancio, mostrando a delincuentes en plena acción y, en algunos casos, hasta segando vidas, y en su vorágine ya es común enterarse de su bajeza hurgando las partes íntimas de mujeres para localizarles dinero y celulares.

¡A lo que hemos llegado!

También vemos en redes sociales los casos de cafeterías, bares y restaurantes de primera o de lujo donde llegan delincuentes en pareja y con una gran destreza sustraen de las bolsas carteras, celulares y hasta llaves de los autos.

Observamos en las mismas grabaciones cómo en las zonas residenciales que rodean la Angelópolis y hasta en las mismas colonias exclusivas la sustracción de tapones y espejos de autos.

Y lo peor, se cometen homicidios alevosos a jovencitas atractivas y también a las no agraciadas, que despiertan los más bajos instintos de individuos alcoholizados, drogados o embrutecidos en la pornografía, en la que ven su pan de cada día a partir de material tupido de sexo y drogas.

Los robos y asaltos a casas habitación están a la orden del día, no importa que el domicilio no garantice mucho. Incluso ahora se llevan a los perros.

Por todos lados se ven casas habitación protegidas con concertinas, cámaras y otros equipos de seguridad y sólo quedan pendientes, como en la Edad Media, los cocodrilos y el aceite hirviendo.

Los "dulces hogares" se han convertido en enormes cajas fuertes en las que nos enjaulamos los ciudadanos bien nacidos que no hacemos mal a nadie, para que no se introduzcan las piojosas ‘ratas de dos patas’ que recorren la ciudad para estudiar las debilidades y a los habitantes de las casas.

En colonias céntricas (repito) ya son muchas las calles que han colocado rejas para controlar entradas y salidas.

Así, Puebla se ha convertido en un nuevo Africam Safari, donde los delincuentes, como fieras salvajes, rujen y asustan a los humanos.