Esa era concluye con el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto que siguió los pasos de sus antecesores, que premiaban a los políticos mexicanos con una embajada para que recorrieran mundo y disfrutaran la variada vida que integra la agenda de un diplomático.

Y también ‘enfriaban’ a los políticos que hacían mucho ruido y se empeñaban en seguir la línea contraria a las decisiones del presidente en turno.

A partir del 1 de diciembre Marcelo Ebrard asegura que se tiene listo un programa para incorporar al servicio exterior de México a diplomáticos de carrera que en varios casos viven en el retiro, refugiados en la academia y la jubilación.

Es hora de rescatar el prestigio de la diplomacia mexicana que gozaba de respeto y reconocimiento, como en la era del presidente Cárdenas, con el embajador Gilberto Bosques Zaldívar, que logró salvar la vida de 30 mil refugiados en la Francia Nazi.

Con este adelanto damos por un hecho que en las primeras semanas del próximo año estarán de regreso los dos poblanos que fueron distinguidos por el presidente Peña Nieto con una embajada: Blanca Alcalá, que hoy despacha en la representación diplomática de México en Colombia; y Melquiades Morales Flores, que el año pasado fue designado embajador de México en San José de Costa Rica.

Ambos políticos han tenido un buen desempeño político, con su trabajo han enriquecido las relaciones entre México y dichos países.

La pregunta es: ¿cuál será el futuro de estos dos políticos de regreso a su tierra natal?

Y la pregunta va más allá cuando tenemos que admitir que para su retorno enfrentarán un México diferente, gobernado por una nueva corriente política que arrasó en las urnas el 1 de julio pasado.

Corriente que, sobra decir, es totalmente ajena a la estructura política en la que nacieron, crecieron y triunfaron.