Pero este 2018  terminará en medio de un contexto totalmente diferente con el arribo formal al poder de Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre.

La percepción para muchos es que el sexenio de López Obrador ya comenzó desde hace más de tres meses y que su estilo y rumbo ya están definidos, pero ¡aguas! más vale prepararnos a que en su sexenio las sorpresas se convertirán en el pan nuestro de cada día, como ya dio señales el presidente electo, contrastando sus días de campaña con sus primeras semanas de gloria.

En campaña tuvimos a un AMLO desde la plaza pública que lanzaba discursos de esperanza y se consolidaba como la opción.

Lamentablemente “ese” fue el candidato y el AMLO de hoy es diferente, al grado que ya comenzó a decepcionar a muchos de sus seguidores que lo promovieron porque tuvieron fe en él.

Es el caso de los trabajadores del aeropuerto que públicamente ahora hasta se lamentan de haber confiado en él y ahora por sus decisiones hasta sin trabajo se van a quedar.

¡Hay don Andrés!

¿Qué tendría que pasar como para que la esperanza de México revierta la tendencia de desgaste que ya comenzó a registrar?

Hay mucha gente confiada, como también hay otros que se mantienen atentos a que dé un viraje para recuperarse, pero lo cierto es que el poder desgasta hasta al más carismático, comprometido y fuerte.

Y lo peor que le puede pasar a un personaje como él, es que dentro de sus filas, dentro de su equipo comiencen los jaloneos, las grillas, la división.

Como cualquier mortal, no están preparados y por sobre todas las cosas están primero los intereses personales que los de grupo.

O sea que en la película que comenzó a correr, vamos a ver la eterna trama, los arrebatos por el poder, las pasiones desbordas, alianzas en lo ‘oscurito’, encuentros, desencuentros, traiciones, en fin.   

Sobre el particular algunos articulistas ya comenzaron a escribir preparando el ambiente a las sorpresas que pueden venir a partir del 1 de diciembre.

Pero lo que la totalidad quiere, pide, demanda, es un equipo monolítico en el que sus integrantes depongan sus pretensiones muy personales para ir por el mismo camino y cumplir con todo lo ofrecido en la campaña, que el cambio sea real, que haya autoridad para construir, no para destruir, y que no se castigue el crecimiento del país y de millones de mexicanos que tienen derecho a mejorar su situación producto de su trabajo, su entrega, riesgos y confianza en quien prometió un cambio para mejorar oportunidades para todos.