La presidenta municipal una vez más pidió confianza y garantizó que su equipo de seguridad va con todo para combatir a los delincuentes y revertir las estadísticas que se han disparado las últimas semanas.

 

Hay quien interpreta que las bandas están calando a la alcaldesa para definir sus territorios.

 

No falta quien diga que sencillamente el paquete le quedó grande a Claudia Rivera.

 

Y otros se han dedicado a propalar una versión en el sentido de que detrás de este repunte hay gente empeñada en demostrar la novatez de quienes vienen de una nueva corriente política como lo es Morena.

 

Mientras los grupos cruzan sus apuestas, lo penoso es que la delincuencia venga de donde venga, ha enlutado a familias y sembrado un ambiente de inestabilidad e incertidumbre.

 

Las voces coinciden en que lo peor que le puede pasar a la sociedad no es sólo perder lo material, sino a seres muy queridos y la tranquilidad con la que vivían hasta hace unos meses.

 

Es conveniente ser precisos: el fenómeno de la inseguridad se ha desatado a todo lo largo y ancho del país.

 

Se habla de las que están pasando quienes viven en Querétaro, en Nuevo León,  Veracruz, como también en Puebla.

 

Desde luego que no vamos a cruzarnos de brazos concluyendo con aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”.

 

La inseguridad hoy la vive el país en pleno, como la sociedad del país en pleno exige mejores condiciones y mejoras sustanciales.

 

En Puebla los vecinos ya se organizaron para actuar en defensa propia sin recurrir a las autoridades. Y esto sí debe ser considerado porque tenemos los primeros casos a la vista con linchados ejecutado con palos, tubos e incinerados, con lo que el país retrocede al salvajismo.

 

Antes de que las cosas se sigan complicando, es el momento de ver acciones y los primeros resultados, no sólo como recomienda la Secretaría de Seguridad del Municipio que propone “invertir” en botones y medidas de seguridad.

 

Así muchos poblanos hoy viven enjaulados en sus domicilios, con cámaras de seguridad, bardas electrificadas y protegidas con concertinas, lo cual no los ha salvado de un asalto y robos hasta con mudanzas.

 

Sus cámaras de seguridad han retratado muy bien a los delincuentes encapuchados, con gorras, imposibles de identificar, con lo que queda claro que de nada sirvieron las inversiones en su seguridad.