Lunes, 29 de Abril del 2024
Martes, 03 Julio 2018 02:40

¿Se negoció la gubernatura de Puebla?

¿Se negoció la gubernatura de Puebla? Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

          Hace seis años hubo elecciones federales en las que el candidato presidencial del PRD fue Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo mayoría de votos en Puebla, es decir, ganó.


 

          Curiosamente las dos senadurías fueron para las candidatas del PRI: Blanca Alcalá y Lucero Saldaña, y no para el PRD; otra sorpresa fue que el PRD, cuyo aspirante presidencial ganó en el estado, no obtuvo ninguna diputación federal, y que la de primera minoría la obtuvo el candidato del PAN, Javier Lozano Alarcón y no Manuel Bartlett, como todo mundo suponía, pues fue gobernador del estado poco antes. Al PRD, triunfador en la presidencial en Puebla, sólo le tocó una senaduría plurinominal, la de Miguel Barbosa Huerta. Don Manuel Bartlett también fue senador ‘pluri’, pero por el PT, partido que lo había postulado para ello, pero también para senador por mayoría.

 

           El PAN, partido del entonces gobernador Rafael Moreno Valle, se llevó la mayoría de los diputados federales y una senaduría, la de Lozano.

 

           Lo ilógico de este resultado para el que nadie tenía una explicación sensata, hizo suponer a muchos que la elección federal en Puebla había sido negociada.

 

           El ‘sospechosismo’ (término inventado por el panista Santiago Creel) está llegando a la misma conclusión en la elección del pasado primero de julio. Nadie se explica el resultado que ahora se obtuvo.

 

            El partido Morena gana la Presidencia de la República, las dos senadurías de mayoría, las 15 diputaciones federales, la presidencia municipal de esta capital y numerosos municipios del interior del estado, así como un buen número de diputaciones locales; no obstante, pierde la gubernatura por un pequeño margen, pero la pierde. O por lo menos eso dicen las autoridades electorales, algo que todavía no es aceptado por Morena.

 

            La conclusión a la que llegarán los ciudadanos, como ocurrió hace seis años, es que la gubernatura fue negociada.

 

             Como dijera el presidente electo, López Obrador, la mafia del poder sabe hacer estas cosas y antes le salían bien, pero ahora, con eso de que cada día hay más mexicanos con estudios medios y superiores, pues como que los argumentos que dan ya no son muy creíbles y la mayoría piensa que hay por ahí ‘gato encerrado’.

 

              Los números no cuadran; no salen las cuentas. El electorado mexicano no acostumbra el  voto diferenciado. Somos un país primerizo en eso de asuntos democráticos, y aunque la inmensa mayoría no conoce un principio de derecho que puede aplicarse aquí: ‘lo accesorio, sigue la suerte de lo principal’, con tantito razonamiento, lo intuye.

 

            Si la figura principal de esta elección fue Andrés Manuel; si muchos de los candidatos de Morena no se preocuparon gran cosa de hacer campaña para ganar votos pues sabían que la figura de López Obrador les beneficiaría en este tema, de dónde sale que el partido Movimiento Regeneración Nacional sólo perdió la gubernatura.

 

El pensamiento lógico que se les viene a la mente es: hubo previa negociación.

 

             Se habló de que José Antonio Meade, amigo desde siempre de Rafael Moreno Valle, había puesto como condición para acceder a que doña Martha Erika Alonso fuera candidata a la gubernatura, que se garantizara el triunfo de 12 de las 15 diputaciones federales para el PRI. Y eso ya no pudo hacerse pues la corriente lopezobradorista fue imparable. Se hizo lo que se pudo...

 

              ¿El PRI está en proceso de suicidio? Todo parece indicar que sí, porque haber puesto como dirigente nacional de ese partido a esa nulidad política que se llama Enrique Ochoa Reza y luego designar como abanderado a la Presidencia de la República a un alto funcionario federal, muy eficiente y honesto, pero sin ninguna experiencia política ni militancia en el partido, tuvo los resultados que se esperaban: minoría de priistas en el Senado; no haber ganado ninguna de las nueve gubernaturas que estaban en juego; minoría en la cámara de diputados; minoría en los congresos locales, en fin, un partido en extinción.

 

             Todo lo hicieron mal. Contra la costumbre priista, las campañas de todos sus candidatos fueron pobres, casi imperceptibles. La misma campaña presidencial empezó muy discreta, pero muy discreta, y cuando quisieron inyectarle fuerza ya era demasiado tarde.

 

             El discurso pronunciado la noche del domingo por el dirigente nacional del partido tricolor, René Juárez Cisneros, constituyó un llamado a los militantes de ese partido a volver a unirse para renovarse, pero también parece una acción tardía. Quienes desde dentro del partido iniciaron su demolición, abandonando sus políticas sociales, su discurso nacionalista y revolucionario, su sistema de designación de candidatos, su política económica, fueron los neoliberales. En tiempo de Zedillo hubo un connato de rebelión que obligó a quienes mandaban en ese partido a entregar el poder al PAN, a través del primer presidente de la República surgido de ese partido, Vicente Fox, a quien luego le siguió Felipe Calderón. Entre los dos descompusieron más las cosas, regresando el gobierno a los priistas en medio de una crisis social (se inició la guerra contra los narcos) y económica, pues fue cuando menos creció el país y hubo más desempleo y política, pues los partidos políticos llegaron a su mayor desprestigio.

 

           Reconstruir el país, recomponer el tejido social, lograr la igualdad, abatir la pobreza cada vez más extendida, va a estar ‘cañón’. Y que se recomponga el PRI en poco tiempo, va a estar todavía más ‘cañón’.

 

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