Y su respuesta fue en sentido afirmativo: Estoy totalmente convencido de que es factible el regreso del PRI al poder, si se cumplen ciertos requisitos: llevar a las dirigencias priistas nacional, estatales y municipales gente nueva, con capacidad, honestidad y conocimiento político. Todos los que se han ido del partido lo hicieron ante la falta de oportunidades. Creo que son tiempos de hablar con claridad. Entre los priistas había un hartazgo por el pésimo comportamiento de las dirigencias en la selección de candidatos a los puestos de elección popular. Ésos eran designados por amistades, compadrazgos, relaciones familiares y hasta por venta de candidaturas. Pocas veces se designaban aspirantes con base en los méritos partidistas de los militantes, y eso harta a cualquiera.

 

        “Les voy a dar un ejemplo de que gente capaz, con oficio político, con prestigio para asumir la dirigencia estatal del Revolucionario Institucional, la hay. Así ‘a vuelo de pájaro’ les voy a mencionar a tres priistas que bien podrían asumir en Puebla el mando del partido: Germán Sierra Sánchez, quien además es nieto del primer presidente nacional del PRI; el ingeniero Alberto Jiménez Merino, que fue rector de la Universidad de Chapingo y ha sido dos veces diputado federal y Alberto Jiménez Arroyo, miembro de una familia priista, que se ha desempeñado siempre con honestidad y con eficacia en los puestos que ha desempeñado”.

 

           “En Guerrero, la votación para los candidatos del PRI fue la segunda más importante del país”, nos dijo, y ahí metimos nuestra cuchara.

 

           -Yo no dudo eso, le dije, sólo que te voy a decir algo que a la mejor no sabes. Guerrero ha sido siempre una entidad liberal, donde las luchas políticas, desde que yo era niño, se dan entre el PRI y la llamada izquierda. Una prueba de ello es que cuando los guerrerenses se hartaron del priismo, eligieron a dos gobiernos del PRD. El aumento de la delincuencia en el segundo gobierno perredista y los escándalos surgidos del caso Iguala, con los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, llevaron al PRI a la peor debacle de su historia. Y a pesar de eso se mueve, estoy de acuerdo.

 

            Chilpancingo, la capital del estado, cuando el PRD triunfó en toda la línea y había gobernador perredista, el congreso local mayoritariamente perredista y la gran mayoría de los municipios importantes de la entidad estaban en manos del perredismo, seguía siendo orgullosamente priista, con Ayuntamiento surgido del partido tricolor y con los dos diputados de los distritos que ahí tienen su cabecera, también priistas. En esta ocasión el Ayuntamiento vuelve a ser perredista y los dos diputados también, después de casi 90 años de contar con autoridades surgidas del movimiento revolucionario de 1910.

 

            Hay quienes afirman que en los municipios guerrerenses, donde no se votó por el PRI, ni por Morena, ganó el PAN y esa es una falsa apreciación. La gente votó por el PRD, partido aliado del PAN,  y de ahí la confusión.

 

             Lo que dice nuestro amigo Trejo Márquez podría ser, es decir, si hubiera gente suficiente dentro del PRI que tuviera la convicción priista como para arriesgarse a la aventura de rescatar a ese partido, pero la experiencia nos dice que no la hay.

 

              Vamos a poner dos ejemplos de nuestra época para demostrar lo anterior: Hace 30 años el PRI perdió Baja California, el primer estado que cayó en manos del PAN, y desde aquélla época el tricolor no ha podido recuperar la plaza.

 

               Otro caso es el de Guanajuato, aunque en éste existe la excusa de que el conservadurismo de los guanajuatenses es el que mantiene en el poder al PAN, pese a que sus gobiernos hayan sido un fracaso, como el actual, en el que ha habido crecimiento de la inseguridad, ocupando los primeros lugares en el huachicoleo, etc.

 

              En los estados donde el PRI pierde, raras veces mantiene su estructura, pues se ahondan las divisiones internas, y si además no se coloca al frente de los comités estatal y municipales a la gente adecuada, los problemas resultan ser irresolubles. Y entonces viene la emigración hacia otros partidos y la debacle continúa.

 

              Ayer unas tres mil personas se manifestaron del Paseo Bravo al Zócalo de esta capital para exigir el respeto al voto ciudadano a favor del candidato de Morena, Miguel Barbosa Huerta.

 

             Al finalizar la marcha en el Zócalo hubo un mitin en el que varios oradores hicieron uso de la palabra.

 

             La ex diputada federal Rosa Márquez hizo un llamado a la unidad de todos los militantes y simpatizantes de Morena, porque dijo que estas luchas sólo se ganan con unidad y tenacidad.

 

             El mejor ejemplo de tenacidad es Andrés Manuel López Obrador, dijo, quien desde hace más de 20 años ha venido luchando pacíficamente y siempre unido al pueblo que le ha brindado su apoyo, hasta lograr que su triunfo fuera reconocido.

 

             Al respecto se sabe que el asunto planteado por Morena para exigir a las autoridades electorales el respeto a la voluntad popular tendrá su curso jurídico normal, y que habrá una resolución en el tiempo que la ley señala para ello.

 

              Hay quienes señalan que habrá anulación del proceso para gobernador y que se repetirá la elección para ese cargo, aunque con candidatos distintos a los que contendieron el pasado primero de julio. Nada oficial se sabe al respecto.