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Viernes, 20 Julio 2018 02:47

Discreto y respetuoso fue el comportamiento de Gali durante el proceso electoral

Discreto y respetuoso fue el comportamiento de Gali durante el proceso electoral Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

Nadie puede negar que el comportamiento del gobernador Antonio Gali Fayad durante el proceso electoral pasado fue discreto y respetuoso. Ningún partido político puede acusarlo de haber intervenido a favor o en contra de algún partido político o candidato. Dejó que los partidos y aspirantes, por un lado y que las autoridades electorales, por el otro, realizaran su trabajo.


 

            Si en alguna ocasión estuvo presente en algún acto de la candidata de la alianza Por Puebla al Frente, Martha Erika Alonso, fue porque era la abanderada de los partidos que a él lo llevaron al poder, es decir, fue una solidaridad que en todas las entidades que tuvieron elección de gobernador mostraron los mandatarios hacia quienes competían por las siglas a las cuales ellos mismos pertenecían y nada más.

 

           Cualquier participación indebida del gobernante poblano, a favor o en contra de algún partido o algún candidato o candidata, hubiera sido puesta de inmediato en evidencia por los partidos o candidatos contrarios. Eso no ocurrió.

 

          Gracias a la conducta impecable que Antonio Gali tuvo durante todo el proceso electoral, las precampañas y las campañas se llevaron a cabo sin problemas de ningún tipo.

 

            Las dificultades surgieron ya en pleno proceso electoral y se debieron a anomalías, dicen, que se registraron durante la realización de las votaciones en algunas zonas del estado.

 

             Los partidos y candidatos que se sintieron agraviados en el proceso de la elección del primero de julio tuvieron la oportunidad de presentar sus quejas y protestas ante las autoridades electorales correspondientes.

 

             Incluso los actos de violencia registrados en esta capital durante el descubrimiento de un “laboratorio electoral” fueron algo en lo que participaron militantes de partidos políticos y simpatizantes de aspirantes, así como autoridades policiacas que intervinieron para mantener el orden.

 

            Las entrevistas que el gobernador constitucional de Puebla, Gali Fayad, tuvo recientemente con quienes han sido declaradas triunfadoras en los comicios de presidenta municipal y gobernadora de Puebla, han sido con base en lo que la ley establece.

 

           Hay objeciones de un partido y de un candidato contra el triunfo de la señora Alonso Hidalgo, abanderada a la gubernatura, objeciones y quejas que las autoridades electorales ya investigan y mientras éstas no tomen una decisión al respecto, la señora seguirá siendo la ganadora, como ya fue expresado por el Instituto Electoral del Estado.

 

           La presidenta municipal electa de Puebla, Claudia Rivera, de Morena, hizo bien en dialogar con el gobernador sobre los problemas más sentidos por la población del municipio capital del estado. La señora Martha Erika también tuvo acuerdos para realizar la entrega-recepción, en caso de ser ratificada como triunfadora, pues se entiende que de no ser así, tendrá que acatar la decisión de las autoridades respectivas.

 

           El diálogo del gobernante con quienes son consideradas triunfadoras de la contienda electoral era necesario para continuar con un proceso civilizado de transición. Si las autoridades encuentran razones válidas para anular la elección de gobernador, como se ha dicho, pues ya emitirán su sentencia y procederán de acuerdo con la ley.

 

             El primero de julio pasado el país cambió. Tenía un sistema electoral partidista. Diez partidos políticos se disputaban el poder en cada elección, aunque en realidad sólo eran tres fuerzas políticas las participantes, pues la mayor parte de los partidos entraban en alianzas o coaliciones para enfrentar al siempre terrible e invencible PRI.

 

               El porcentaje de votantes era casi siempre muy bajo, pero en esta ocasión se elevó terriblemente y oh sorpresa, puso al descubierto la enorme debilidad de ese sistema, que se derrumbó en forma estrepitosa.

 

                Bastó que saliera a votar más del 60 por ciento de los empadronados para que fuera visible la enorme debilidad del PRI, del PAN y del PRD y saltara a la palestra un partido, Morena, al que se adhirieron en el transcurso del proceso militantes de los otros partidos.

 

                Después del primero de julio el PRI quedó deshecho; el cristianísimo PAN está confrontando internamente pleitos nada cristianos entre sus cúpulas dirigentes para adueñarse de él; el PRD demostró que es una especie en extinción y sólo prevalece la revoltura de Morena, donde han confluido los emigrantes de los demás partidos. Y los partidos chiquitos están a un paso de que las autoridades electorales declaren su no existencia, pues no alcanzaron ni el tres por ciento de la votación que por ley deben tener para conservar su registro. Simplemente, los ciudadanos mexicanos vivimos engañados durante años, con un sistema electoral partidista inexistente.

 

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