La fotografía de Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle en Las Calandrias de Atlixco es el punto de quiebre para la muerte de la candidatura presidencial de José Antonio Meade. El ex gobernador poblano ni pierde ni se equivoca, y es claro que después del debate del domingo decidió ‘quemar sus naves’ con el panista como una medida de urgencia que abone a la victoria de Martha Erika Alonso.

 

Los afectos de Moreno Valle, sin duda, están en Meade. Son amigos personales, y ‘Pepe’, en sus dos estancias como secretario de Hacienda, fue extremadamente generoso con los proyectos del gobierno estatal, incluidos los 500 millones a fondo perdido para el Museo Internacional del Barroco, así como el diseño del PPS para pagarlo los siguientes 27 años.

 

Entre el afecto personal, y los compromisos con Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, Moreno Valle comprometió entregarle a su amigo Meade por lo menos 800 mil votos en el estado gracias a sus dones de operador político, pues en su primer cálculo era mejor que ‘Pepe triunfara o cuando menos se quedara con el segundo lugar.

 

 

En la política, ninguna amistad sobrevive a la caída en las encuestas. Después del domingo, entre la élite económica del país se ha impuesto la visión de que el contendiente de López Obrador debe ser el queretano. Pero con la ruptura del acuerdo, Meade y el PRI deben olvidarse de esos 800 mil votos.

 

Sólo una duda asalta esa fotografía: Moreno Valle avisó a Los Pinos que había decidido jugarse su resto con Anaya, o simplemente tomó su camino ante la realidad política de las encuestas, así como de las presiones de los poderes fácticos para formar un solo frente de ataque. El matiz es importante.

 

Si Moreno Valle, formado en la ortodoxia del que pregunta no se equivoca, informó al presidente que había decidido jugársela con Anaya. Eso quería decir que la ‘Operación Aborto de Meade’ se encuentra en pleno funcionamiento con el aval de Peña Nieto, quien se habría dado por vencido tras el domingo pasado. ‘Pepe’ es una extraordinaria persona, pero un pésimo candidato. Y la suma de todos sus errores es la extinción del PRI tal como lo conocemos.

 

Si Peña Nieto le autorizó a Moreno Valle alejarse de Meade, romper el acuerdo de los 800 mil votos, eso significa que el ex secretario de Hacienda divagará con un papel no testimonial, sino de golpeteo a López Obrador. Los siameses del ‘PRIAN’ se habrían puesto de acuerdo, exactamente como ocurrió en 2006 y en 2012. La misma receta del pasado.

 

Las señales son confusas, encontradas, pues hasta antes del debate la apuesta de Peña Nieto por Meade continuaba siendo muy clara, pues desde el poder en Los Pinos se consiguieron las adhesiones de Silvano Aureoles —gobernador de Michoacán— así como la incorporación de Ríos Piter a la campaña de ‘Pepe’.

 

Pero la pifia de los dos departamentos pudo ser el hasta aquí de Peña Nieto, quien se vería obligado a abjurar del plan que ideó para retener la Presidencia y reconoce que se equivocó de candidato. Así de simple: era Osorio, no Meade.

 

La otra hipótesis es que Moreno Valle tomó su camino en solitario, archivó la amistad de Meade, así como el compromiso de los 800 mil votos siguiendo la máxima de ¡sálvese el que pueda! En esta etapa de confusión, y ante la indecisión de Los Pinos de apostar por Anaya, el ex góber poblano decidió saltarse las trancas para evitar el desastre de que Martha Erika Alonso pierda frente a las fuerzas morenovallistas. Si París bien vale una misa, la gubernatura de Puebla bien vale fingir demencia ante el rosario de traiciones del ex ‘Joven Maravilla’.

 

Cuántos tomarán ese camino y de qué servirá es la incógnita, pues no parece que Anaya convenza en el rol de contendiente. Ayer desde España trascendió que del ‘otro lado del charco’ se investiga al panista por la red de lavado de dinero, en la que se incluye hasta a su ‘amigote’ Barreiro. Es decir, Anaya cargará como loza el tema del lavado de dinero que… le impuso el PRI.

 

Para sellar su pacto y hacerlo evidente ante todos, Moreno Valle diseñó una gira que culminó con lo que sería un ‘llenazo’ en Acrópolis. Pero errores de operación convirtieron el mitin en una calamidad cuando sólo reunieron 8 mil, y además desesperados por el acarreo con seis horas de anticipación, decidieron abandonar el centro de espectáculos cuando Anaya pronunciaba su discurso.

 

Meade ‘huele a muerto’, pero anoche Anaya tampoco olía muy vivo.

 

¿Y qué va a pasar con el PRI poblano con Meade muerto?