Sábado, 20 de Abril del 2024
Viernes, 29 Junio 2018 03:13

Mi alegato en favor del voto diferenciado

Mi alegato en favor del voto diferenciado Escrito Por :   Arturo Rueda

Yo voy a votar diferenciado. Es mi alegato, es mi decisión repartir el poder bajo el principio de que un poder fraccionado es menos peligroso para los ciudadanos y la sociedad civil. Estos son mis criterios para cada cargo en disputa


 

En 2006 voté por López Obrador en su primera candidatura presidencial. Lo hice por sus antecedentes como opositor férreo al Fobaproa y por su excelente gestión como jefe de Gobierno en la CDMX.

 

En 2012 volví a votar por López Obrador. Lo hice porque, aunque odié su papelazo de presidente legítimo, pensé que el regreso del PRI al poder es lo peor que le podría pasar a México. No me equivoqué.

 

En 2018 no será la excepción: volveré a darle mi voto a López Obrador bajo la premisa de que votar a cualquiera de los candidatos del ‘PRIAN’ es avalar la continuidad de un modelo económico injusto, que desató la criminalidad a niveles nunca vistos y permitió un ejercicio inmoral de la política, la cual se convirtió en vehículo para construir magnates nacidos del erario.

 

Ya lo dijo Einstein: cómo esperar resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo.

 

Pero no soy ciego ni fanático: alcanzo a vislumbrar los riesgos de la victoria del tabasqueño. El peligro para México no es él, sino muchos de sus seguidores, especialmente los más radicales que ven venir la oportunidad de vengar sus agravios, reales o imaginados.

 

Es una ley de la historia: entre más poder tenga López Obrador y ese cuerpo político amorfo que es Morena, la coalición Juntos Haremos Historia, mayor posibilidad tendrá de hacer cambios trascendentales, pero también de cometer excesos.

 

Es una sentencia histórica la del liberalismo de Lord Acton: el poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente.

 

En ese sentido debe entenderse la admonición de Enrique Krauze: no hay que darle todo el poder a un solo hombre.

 

No nos pongamos una venda en los ojos: la personalidad, la biografía política del tabasqueño, pero sobre todo sus compañeros de ruta más radicales, engendran riesgos para México.

 

Lo mejor es darle un poder con contrapesos, tanto a nivel vertical como a nivel horizontal.

 

A nivel vertical, todo indica que Morena y sus aliados de la coalición tendrán mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. La oposición será residual.

 

En el ámbito de las gubernaturas, de las nueve en juego parece que Morena ganará cuatro —Chiapas, Morelos, Tabasco y CDMX—, el PAN dos —Guanajuato y Puebla—, Yucatán el PRI y Jalisco para Movimiento Ciudadano. Veracruz es un auténtico volado, aunque no parece que los Yunes vayan a dejarse vencer.

 

Un dato importante: como Claudia Sheinbaum se perfila a arrasar, sería la primera ocasión en que el mismo partido controlaría la CDMX y la Presidencia de la República, pues desde 1997 el Jefe de Gobierno ha sido de un partido diferente al del Ejecutivo.

 

Total, no abundan en este tsunami las posibilidades de corregir los posibles excesos, por lo que parece una obligación ciudadana no sólo salir a votar, sino apostar por el voto diferenciado.

 

El domingo, cuando en las casillas recibamos las seis boletas, tres de la elección federal y tres de la local, tenemos dos opciones.

 

Una, ocupar 10 segundos en marcar todo por el mismo partido político y salir de prisa a continuar con nuestras vidas para quejarnos los próximos seis años. Reproducir modelos tiránicos, incluso empeorarlos.

 

Dos, tomarnos un poco más de tiempo, leer con detenimiento cada una de las seis boletas, y repartir los votos conforme al mérito o castigo de los que aparecen en ellas.

 

Yo voy a votar diferenciado. Es mi alegato, es mi decisión repartir el poder bajo el principio de que un poder fraccionado es menos peligroso para los ciudadanos y la sociedad civil.

 

Ya he dicho que en la elección presidencial lo haré por López Obrador.

 

En la elección de Senadores lo tengo difícil, pues todas las fórmulas llevan impresentables. La de Morena a Nancy; la del Frente a Nadia Navarro; la del PRI a Lastiri. Muy complicado.

 

En la de diputados federales, es probable que lo entregue al PRI, más por la candidata del distrito que por el partido.

 

En la gubernatura, no votaré por un enemigo de la libertad de expresión, un agresor de periodistas como Luis Miguel Barbosa, lo que me deja entre Martha Erika Alonso o Enrique Doger.

 

En la presidencia municipal considero la experiencia de Eduardo Rivera como un factor fundamental, pero me gusta el carisma de Claudia Rivera.

 

En la diputación local, ni siquiera sé quién es el candidato de mi distrito. A la mera hora tendré que ocupar unos minutos extra en valorarlo.

 

Hasta aquí mi alegato en favor del voto diferenciado.

 

La decisión está en tus manos.

 

 

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