Uno de los tres personajes más cercanos a Andrés Manuel López Obrador, su círculo político-familiar, buscó a Luis Miguel Barbosa para entregarle un mensaje al candidato fallido de Morena al gobierno de Puebla.
Más que un mensaje, una invitación para integrarse al gobierno federal ante la inminencia de un fallo adverso del TEPJF a la impugnación.
—Mi papá quiere que te vayas acomodando y te ofrece una subsecretaría, todavía hay varias disponibles—, le transmitió el hijo.
—Le agradezco al presidente, pero yo ya fui presidente del Senado y tengo nivel de secretario—, respondió Barbosa desde la cima de su soberbia.
—Tú sabes que las secretarías están dadas. Una subsecretaría sería una buena forma de arrancar el gobierno y después moverse conforme las oportunidades—, reiteró el hijo.
—No me interesa la subsecretaría, pero consideraría un buen gesto que el presidente me nombrara su delegado aquí en mi estado y que Abdala se vaya a otra posición—.
—Lo de Abdala ya está firme y no sería sano en el marco del conflicto poselectoral. La oferta es una subsecretaría—, repitió por tercera vez el hijo.
—Agradécele la deferencia al presidente, pero prefiero quedarme en Puebla a seguir encabezando la lucha contra el fraude. Estoy seguro que voy a ganar, la impugnación es sólida—, con lo que dio por terminada la plática.
Desde que Barbosa rechazó la subsecretaría, un ofrecimiento para apaciguarlo y evitar el ‘frentazo’ de Morena en el TEPJF, los apoyos nacionales le fueron cortados. Su debilitamiento interno al interior del partido es ostensible, pues tiene varios frentes abiertos.
Casi todos esos frentes se hicieron muy visibles con motivo de la megamarcha contra el “fraude electoral”.
Lo que se planteó como megamarcha terminó siendo mini por el desaire de personajes nacionales que se habían publicitado marcharían del brazo contra los Moreno Valle. Por su valor específico, los gobernadores electos de Morena.
Pero no se aparecieron ni Claudia Sheinbaum, ni Cuauhtémoc Blanco, ni Cuitláhuac García, ni nadie. La orden vino de arriba, porque es probable que esos gobernadores deban convivir con Martha Erika Alonso en la Conago, por lo que su presencia en la marcha sería un agravio difícil de olvidar.
Tampoco llegó Martí Batres, ex dirigente nacional, ahora senador electo que aglutina a la tribu de Morena en la Cámara Alta por más que Monrreal haya sido designado coordinador.
La única que apareció en la marcha fue Yeidckol Polevnsky para evitar que Barbosa terminara protagonizando un ‘ridiculazo’. Pero su presencia no se explica en la lucha contra fraude, sino en la lógica de que Citlalli ya construye su candidatura presidencial para 2024 desde la dirigencia nacional de Morena, por lo que ella asistirá a marchas, primeras comuniones, graduaciones y hasta ‘tamalizas’.
Lo que sí evidenció Yeidckol fue una intolerancia brutal contra Claudia Rivera Vivanco, pues agredió con un empujón a la presidenta municipal electa sobre el templete cuando daba su discurso por el pecado de “tapar” al candidato fallido.
¿No que en Morena no se valen las agresiones de género? ¿Por qué maltratarla a ojos de todos?
Pero tan relevante fue el desaire de figuras nacionales como la raquítica movilización, pues de los 30 mil poblanos dispuestos a luchar contra el “fraude electoral” a duras penas se aparecieron cinco mil, y muchos de ellos acarreados.
Total, la resistencia luce ‘desinflada’. López Obrador no quiso poner la carne al asador porque ya sabe que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación va a ratificar el triunfo de Martha Erika Alonso.
Sin embargo, Barbosa ya tiene otro plan: adueñarse de Morena en Puebla.
Mañana lo platicaremos.