El morenovallismo no sale de una guerra y ya se mete a otra como respuesta a la segunda derrota de Moreno Valle en la política nacional. Obligado por las circunstancias, el ex gobernador dobló la apuesta: integrarse a una coalición heterogénea de gobernadores panistas para ir en fórmula con Héctor Larios y eliminar al cáncer en que se han convertido Ricardo Anaya y sus metástasis, Damián Zepeda y Marko Cortés.

En esta nueva guerra, los Moreno Valle se juegan todo, pues si Rafael pierde la dirigencia nacional ante Marko Cortés, Martha Erika Alonso se quedará sin respaldo político en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). De acuerdo con el calendario electoral interno del PAN, la contienda interna se resolverá en noviembre, antes del fallo de la impugnación.

El arranque de esta nueva aventura puede decirse que se trata del momento de mayor desolación de los Moreno Valle, el punto de mayor debilidad expresada en la ‘no invitación’ a Martha Erika Alonso a la reunión de Andrés Manuel López Obrador con los mandatarios de la Conago, pero también los ‘góbers’ electos. Por ahí andaban Sheinbaum, el ‘Cuau’, los de Yucatán, Guanajuato, Cuitláhuac. Pero no la gobernadora electa de Puebla.

Se trata de una pésima señal política la ‘no invitación’, pues quiere decir que el presidente electo sigue poniendo comillas al “gobernadora electa de Puebla” y que fue Manuel Velasco, mandatario de Chiapas, quien debió “no requerir” a la esposa de su amigo Rafael Moreno Valle a la reunión de la Conago.

Al desaire del presidente electo se suma que un día antes el ex gobernador poblano recibió el mazazo de la autodesignación de Damián Zepeda como coordinador de los panistas en el Senado, quien lo sacó de la carrera de su verdadera ambición.

El nuevo ‘agandalle’ del grupo de los Anaya detonó una reacción cataclísmica en Acción Nacional cuya respuesta es el bloque de gobernadores que quieren destronar al queretano para disponer de capacidad de interlocución real con el nuevo gobierno de López Obrador.

En esa coalición heterogénea Moreno Valle ‘alzó la mano’ no para ser protagonista, sino cedérselo a Héctor Larios, una figura longeva en Acción Nacional, vinculado a sectores conservadores y que se caracterizó por posturas un tanto flemáticas, poco ríspidas, pero que ha salido de todos sus encargos con reconocimientos.

La clave radica en los gobernadores que ven desplazados sus intereses, además de la interlocución con el nuevo gobierno federal. La operación de ellos garantiza la victoria en esos estados, por lo que la elección interna se definirá en las entidades que no gobierna el PAN, es decir, el PRI o el PRD.

En ese sentido, la aportación de Moreno Valle será decisiva, especialmente por su alianza sólida con Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade, quienes pondrán a operar a lo que queda del PRI para fortalecer al poblano como enemigo natural de Ricardo Anaya.

Los estados gobernados por el PAN, más los estados gobernados por el PRI, en teoría le darán la victoria a la fórmula Larios-Moreno Valle.

Pero los anayistas cuentan con la estructura del partido, así como con mayoría en la Comisión Organizadora del Proceso Interno que preside la yunquista Cecilia Romero, así que desde ahí echarán a andar una serie de trapacerías para desmontar la influencia con los gobernadores.

El agarrón será durísimo. Si Moreno Valle pierde, que se olvide de Puebla. Si Anaya pierde, que se acuerde la cárcel por su proceso de lavado de dinero.