Fue un fin de semana duro para los seguidores más duros de López Obrador, aquellos que votamos por él con la idea de que acabaría con la impunidad de los Peña Nieto que saquearon México en los últimos seis años, que por fin habría castigo a las ‘ratas’ políticas que se despacharon desde la Presidencia. Raterías que se descubrieron gracias a investigaciones periodísticas como ‘La Casa Blanca’ y la ‘Estafa Maestra’.
Con Rosario Robles en el ojo del huracán tras conocerse el modus operandi de cómo se dispersó en efectivo el dinero obtenido con el saqueo de ‘La Estafa Maestra’, López Obrador apagó el incendio entre sus partidarios, que ya veíamos rodar la cabeza de la titular de Sedesol y Sedatu en el sexenio: “sí es un chivo expiatorio”, dijo el tabasqueño, y nos tiró un balde de agua fría sobre la cabeza. El patíbulo que ya preparaban Mario Delgado y Ricardo Monreal se congeló.
No fue lo peor: una vez más atacó a medios de comunicación como Animal Político o Reforma, autores de las revelaciones sobre ‘La Estafa Maestra’, reportajes nominados a premios internacionales de periodismo fueron reducidos a productores de “circo”: porque a los de la Mafia del poder y algunos medios de información les gusta mucho ofrecer circo a la gente, y nosotros ya no queremos eso”, dijo el tabasqueño.
Cuando leí la declaración, no la creí.
Pensé que se trataba de un caso flagrante de #FakeNews, por lo que busqué el video para corroborar la información. Resultó que López Obrador sí exoneró a Rosario Robles y le dio trato de ‘chiva expiatoria’, es decir, inocente inculpada de un delito que no cometió.
Aquí van emoticones de sorpresa. En plural porque no fue la única declaración incendiaria del fin de semana patrio.
Antes de la ‘chiva expiatoria’, se aventó la puntada de afirmar que el país se encuentra en bancarrota pese a que unos días antes, con motivo del sexto informe presidencial, dijo que no había “crisis económica”, que Peña Nieto le entregaba un país estable.
“Posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país no podamos cumplir todo lo que se está demandando, pero sí vamos a cumplir, que quede claro, vamos a cumplir todo lo que ofrecimos en campaña”, afirmó López Obrador en el parque Concha Acústica de Tepic, Nayarit, donde inició su gira de la victoria.
¿Cómo bancarrota, qué entiende el tabasqueño por bancarrota? “Porque ya llevamos 30 años sin crecimiento económico”. ¿O no se han dado cuenta ustedes?”, explicó a los medios.
¿En serio? ¿No hubiera sido mejor utilizar “parálisis económica” en vez de “bancarrota”?
Por supuesto, al unísono tanto el secretario de Hacienda como los empresarios del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios como el CCE salieron a desmentirlo en términos un tanto rudos: no hay bancarrota y si el presidente electo dice eso es porque empieza a cubrirse ante un eventual incumplimiento de sus compromisos de campaña.
Luego, la perla de que si hay crisis financiera “será por causas externas o por el mal manejo del Banco de México (Banxico) pero no por nuestra culpa”. ¿O sea que López Obrador ya ve venir la crisis y por eso se amarra el dedo?
Uffff. Hay días en que es vergonzoso haber apoyado a la Cuarta Transformación porque las maromas de los ‘pejezombies’ no son suficientes para cubrir la decepción social provocada por estas declaraciones. Decepción o enojo, no sé. Pero de que va creciendo, va creciendo.
Me imagino a mi ‘profe’ Daniel Moreno, director de Animal Político, cuando le reportaron de la exoneración a Robles, de sus dichos sobre ‘La Estafa Maestra’ y o el supuesto “circo” impulsado por los medios de comunicación. Con su habitual ironía, debe haber soltado un ¿te cae?
Para terminar, la afirmación de que López Obrador, en el marco de su gira de agradecimiento, de que no se reunirá con el gobernador Gali porque la “elección de Puebla está impugnada” parece más un castigo a los poblanos por no haber votado a Luis Miguel Barbosa, o un berrinche por no haber podido derrotar a los Moreno Valle.
¿Y los que sí votamos por él, pero no por Barbosa? ¿Nosotros qué culpa?