En su primera decisión de gobierno, la presentación de un logotipo que acompañará su administración, la presidenta municipal electa recibió un unánime baño de repudio popular: a nadie le gustó, satisfizo o agradó, y casi por diferentes razones. A 20 días de asumir el poder, Claudia Rivera Vivanco ya sabe que a los poblanos es difícil darles gusto porque ‘ningún chile nos acomoda’.
Se trataba de algo casi inocuo. ¿Si así le fue a Claudia con un logotipo, cómo le va a ir con decisiones trascendentales, empezando por su gabinete que debería hacerse público en estos días, especialmente con su obstinación por colocar a mujeres en la Secretaría de Seguridad Pública y en la Tesorería?
Los argumentos de repudio fueron variopintos.
Que si se ve barato, simplón. Que si parece maquilado en Paint. Que si es un plagio porque el diseño de la Catedral fue plagiado de un portal que ofrece vectores gratuitos a diseñadores, quienes habrían copiado el de la Catedral de Morelia y sólo la habrían montado en un ‘huevo kínder’, así como colocar a los lados a los angelitos que ya usó Lalo Rivera en su trienio.
En el conjunto de argumentos, dos me parecen los más importantes: que el gobierno de Claudia Rivera se proponía ser algo diferente y acabó siendo más de lo mismo. Es decir, optó por la Catedral como elemento arquetípico, es decir, el catolicismo, del que sabemos que es todo menos “incluyente”. ¿Por qué el primer gobierno de la ciudad emanado de la izquierda tendría que anclarse en un símbolo religioso? ¿Acaso ganó el Yunque?
Rivera Vivanco podrá argumentar que al ganador lo seleccionaron los jurados, pero no puede pasar por alto el sentido político de bañar el logotipo del color marrón de Morena. Es lo mismo que hicieron sus predecesores: ponerle los colores de su partido a la imagen institucional. Otra vez, más de lo mismo. Ninguna novedad para un gobierno que repite una y otra vez que hará las cosas diferentes.
Pero el más grave de todos los señalamientos —que dirige el colectivo Roastbrief— es que si el supuesto concurso para encontrar la imagen ganadora en realidad es un ‘chanchullo’ porque ese concurso ya estaba arreglado. Ese colectivo refiere que la imagen ganadora es muy parecida a la que ya se había utilizado en el periodo de transición. ¿Coincidencia o pago del trabajo ya realizado?
El 22 de agosto, Rivera Vivanco hizo pública la convocatoria para que los poblanos participaran en el diseño de la imagen institucional de su gobierno. Los únicos requisitos fueron que incluyera el slogan que distinguirá a su administración "Puebla, ciudad incluyente", y el arco, símbolo de la inclusión. Los ganadores recibirían un premio de 30 mil pesos y la posibilidad de ser incluidos en la nómina gubernamental.
En el fondo, supongo, Claudia quiso democratizar la decisión, pero no dejó a nadie contento. Ni los poblanos que repudiaron masivamente el diseño que por su sencillez no está a la altura de la cuarta ciudad más importante del país, y ni siquiera a los concursantes, quienes despotricaron en redes sociales descalificando el logotipo ganador.
La democratización de las decisiones en teoría suena bien, pero en realidad es una trampa que produce desaguisados en el que todos quedan descontentos. Sin embargo, lo relevante es el descubrimiento de un clima de exigencia a Claudia Rivera que no se había previsto, es decir, los poblanos no planean darle el beneficio de una curva de aprendizaje.
Rivera Vivanco, desgastada al interior de Morena, tiene poco margen de maniobra en los escasos 20 días antes de tomar el poder, pues debe de terminar de definir su gabinete, una estrategia de seguridad pública y un plan de comunicación política, los tres ejes de un gobierno que hasta hoy brillan por su ausencia.
En política, todo comunica. Y ayer su logotipo comunicó arraigo en la tradición, cerrazón al utilizar los colores de Morena, y un escaso cálculo del impacto de las decisiones. En las redes sociales nadie culpó a los jurados del supuesto concurso, ya que el eje de los señalamientos fue la presidenta electa, a quien el clima de repudio también debió tomarla por sorpresa. El líder toma las decisiones, no un supuesto grupo de jurados.
Total, no parece que Claudia Rivera Vivanco vaya a tener un periodo de ‘luna de miel’ con los poblanos. La exigencia ya comenzó, y después del día uno al frente del Ayuntamiento, se va a acelerar.