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Viernes, 26 Octubre 2018 02:58

Revive el ratón loco en la Cuarta Transformación

Revive el ratón loco en la Cuarta Transformación Escrito Por :   Arturo Rueda

La consulta resultó chafísima, ya en su implantación y los medios de comunicación lo demostraron desde muy temprano. Además de los elementos ya criticados, como que las boletas no están foliadas, ni había una metodología para el cómputo de los resultados, ni imparcialidad de los aplicadores de la consulta, el último balazo fue la ‘operación ratón loco’, también conocida como ‘el carrusel’, como lo hacía el PRI de los años 40


 

Desde el mediodía de ayer, el raquítico valor de la consulta sobre el nuevo aeropuerto se fue a cero cuando en medios nacionales de comunicación, así como en redes sociales, comenzaron a difundirse noticias de que una misma persona podía votar una, dos, tres, cuatro, cinco veces o las que quisiera. El ‘ratón loco’ o ‘carrusel’, una de las invenciones antidemocráticas del PRI, revivió a la hora de definir la muerte del proyecto de Texcoco.

 

En el equipo de López Obrador quedaron demudados: ya se sabía que la consulta al pueblo era un ‘chanchullo’, una simulación, pero no podía ser todo tan cínico. Cubrir las mínimas formalidades, candados de seguridad. Pero la app para impedir los dobles o triples votos fracasó, al igual que la tinta aplicada en el dedo pulgar, o lo que fuera, pues se borraba con mucha agua y jabón.

 

El ‘ratón loco’ es el último clavo al ataud de la consulta a ojos de inversionistas, empresarios, cámaras empresariales, aerolíneas, fondos de inversión, bancos, inmobiliarios. En suma el segmento económico nacional e internacional que ya de por sí descalificaba el ejercicio de participación ciudadana por carecer de una metodología rigurosa, organización imparcial y garantías en el recuento de los sufragios que no llegarán a un millón conforme a las boletas impresas y repartidas a lo largo del país. Boletas, por cierto, que no están foliadas.

 

No se aplicaron candados de seguridad, y por tanto, no hay certidumbre en el resultado. Quizá fue una profecía autocumplida de los medios de comunicación, pero ayer todo le falló al equipo del tabasqueño que sólo quería gastarse un millón y medio de pesos. Esa tacañería desnudó el ejercicio.

 

El planteamiento ya era de por sí un bodrio, empezando porque la consulta es ilegal, y por tanto no es vinculante para ninguna política pública. Ya me imagino al funcionario o grupo de funcionarios que, argumentando una consulta al pueblo, rescindan los contratos multimillonarios para la construcción.

 

No tengo idea de quiénes serán los valientes funcionarios de López Obrador que firmarán esas rescisiones, ya que al tratarse el proyecto de Texcoco de un bien público construido con dinero público, quienes podrían incurrir en el delito de peculado por desviar o destruir bienes a su resguardo.

 

Para no incurrir en un delito, la rescisión podría fundarse y motivarse con base a la consulta… si esta tuviera algún valor legal que no tiene.

 

No cumple con la metodología establecida en la Constitución ni con la Ley de Consulta Popular. Por tanto, no puede ser fundamento jurídico de nada, especialmente de la cancelación de contratos multimillonarios, ni escudo para defenderse de las demandas nacionales e internacionales de los tenedores de bonos. Tampoco será argumento jurídico para las Afores que invirtieron ahí miles de millones de pesos y perderán un alto porcentaje del dinero de los trabadores.

 

La consulta resultó chafísima ya en su implantación, y los medios de comunicación lo demostraron desde muy temprano. Además de los elementos ya criticados, como que las boletas no están foliadas, ni había una metodología para el cómputo de los resultados, ni imparcialidad de los aplicadores de la consulta, el último balazo fue la ‘operación ratón loco’, también conocida como ‘el carrusel’, como lo hacía el PRI de los años 40.

 

Una de las explicaciones del porqué la democracia mexicana es tan cara y nos cuesta miles de millones de pesos es que el sistema se construyó desde la desconfianza: uno tras otro, se han construido mecanismos para evitar, precisamente, la trampa en las votaciones diseñadas en la época del PRI clásico: el ‘ratón loco’ o ‘carrusel’, padrones inexistentes, casillas operadas por los priista y un largo etcétera. Decenas de formas creativas para alterar o manipular la voluntad popular inventadas por el tricolor, pero que ahora reviven en el lopezobradorismo de la Cuarta Transformación.

 

Pienso en qué hubiera ocurrido si el nada democrático gobierno de Rafael Moreno Valle hubiera sometido a consulta pública la instalación de la Estrella de Puebla, también conocida como ‘Ruedota de la Fortuna’. Una consulta así, en la que los poblanos pudiéramos expresar la idoneidad de gastarnos algunas centenas de millones de pesos en un accesorio de adorno.

 

Una consulta sin mecanismos de seguridad, sin boletas foliadas, con militantes panistas en las casillas contando los votos, pagada con morenovallistas, sin valor legal y pagada con dinero de los morenovallistas. Y peor, votando una, cinco o seis veces.

 

Sí, ‘Chucha’. Así la Estrella de Puebla también tendría un origen popular.

 

 

 

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