Sábado, 20 de Abril del 2024
Martes, 30 Octubre 2018 03:10

Los tres AMLO: el bueno, el malo y el peor

Los tres AMLO: el bueno, el malo y el peor Escrito Por :   Arturo Rueda

El que sentó a su constructor José María Rioobó en la mesa del anuncio oficial, y defendió su involucramiento en impulsar la opción de Santa Lucía a título gratuito, de buen mexicano y eminencia que pone sus conocimientos, servicios, dictámenes técnicos sin tener interés de participar en la construcción. ¿Nos ‘chupamos el dedo’?


 

Apenas necesitó unas horas Andrés Manuel López Obrador para confirmar la hipótesis lanzada ayer en esta columna: la cancelación del aeropuerto en Texcoco es el ‘quinazo’ que da a los poderes económicos, a la oligarquía que ha gobernado México los últimos 30 años. De su enredada conferencia de prensa, en la que se hizo ‘bolas’ explicando los términos de la cancelación tras la consulta, lo único claro fue el mensaje de que el poder político que encarna manda y decide sobre el poder económico al costo que sea.

 

El costo del manotazo, por supuesto, es altísimo, por no decir excesivo. El país ayer amaneció en un shock que sólo se alargó, nunca se mitigó. Porque en la conferencia de prensa aparecieron con nitidez los tres AMLO que conocemos desde, por lo menos, su etapa como dirigente nacional del PRD: el bueno, el malo y el feo, como en la legendaria película de Sergio Leone.

 

¿Cuál es el Andrés Manuel bueno?

 

El que plantea con nitidez el choque contra el poder económico que representa la oligarquía de Slim, los Vázquez Raña y compañía. Esos millonarios surgidos al amparo del ‘PRIAN’, que ostentan el 51 por ciento de los contratos del proyecto de Texcoco y que son los principales interesados en su continuación por ser los principales beneficiarios.

 

"Imagínense al Estado mexicano supeditado a mercados financieros. ¿Quién manda? ¿No es el pueblo? ¿No son los ciudadanos? Ese es el cambio. Se acabó el predominio de una minoría y la vinculación de poder económico y poder político" respondió a la pregunta de un reportero sobre las consecuencias económicas o amenazas de un golpe en los mercados por la decisión.

 

Más claro ni el agua: hundir a Texcoco es el manotazo a la oligarquía para mostrarle que hay un nuevo jefe, quien tiene el ‘sartén por el mango’. Y claro que es un buen mensaje que lo fortalece, sobre todo ante sus 30 millones de electores, y más aún ante sus bases más radicales, unos 15 millones, aunque también pierde apoyo entre los menos radicales.

 

Nadie lo niega. Por supuesto que esos riquillos necesitan un ‘estate quieto’. Ya bailaron, ya se enriquecieron, ya tuvieron sus ganancias demenciales, astronómicas. Ya que se sienten o que en verdad se pongan a contribuir a construir una sociedad menos desigual. Pero ¿y el costo?

 

¿Cuál es el Andrés Manuel malo?

 

El que se enredó terriblemente a la hora de detallar la cancelación. Habló sin bases legales —permutar contratos de Texcoco a Santa Lucía—, sin bases técnicas —da por hecho que los espacios aéreos del Benito Juárez y Santa Lucía son concurrentes y no excluyentes— y prometiendo que en tres años ya operará el nuevo sistema aeroportuario pese a que no hay proyecto ejecutivo. Incluso prometió un carril confinado del NAICM a Santa Lucía.

 

Por supuesto, la ignorancia domina los pensamientos del tabasqueño, o quizá hasta un cierto dejo de ingenuidad cuando afirma con candor que puede llegar a un arreglo con los inversionistas o que confía en que no habrá demandas. De entrada, los tenedores de bonos a 30 años van a exigir su dinero de vuelta con todas las penalidades, y si no se les regresa habrá demandas en las cortes de Estados Unidos. Y como la consulta no es legal ni tiene valor vinculante, no podrá ser un argumento con validez legal.

 

Todo lo ve sencillo López, y todo lo vemos complicado los que estamos fuera de su burbuja de decisión. Se trata de una magna obra de infraestructura que era cara, pero que ahora es carísima por convertirse en un ‘elefante blanco’. Metros y metros en planchas de concreto que pagaremos a precio de oro, y además, son inservibles en medio de un galimatías jurídico y financiero del que en unos meses no sabrán salir ni AMLO, ni Jiménez Espriú.

 

¿Cuál es el Andrés Manuel peor?

 

El que sentó a su constructor José María Rioobó en la mesa del anuncio oficial y defendió su involucramiento en impulsar la opción de Santa Lucía a título gratuito, de buen mexicano y eminencia que pone sus conocimientos, servicios, dictámenes técnicos sin tener interés de participar en la construcción. ¿Nos ‘chupamos el dedo’?

 

 

¿De verdad el tabasqueño cree que nosotros nos tragamos eso de que Rioobó no participará del ‘negociazo’ o que no podrá hacerlo de forma directa? ¿Y toda la información privilegiada que ya tiene del proyecto no la usará en su beneficio o el de sus amigos?

 

Nuevamente surge el maniqueísmo del tabasqueño que parece no cederá ya con la investidura presidencial: los que están conmigo son los buenos —como Rioobó— y los que están contra mí son fifís, golpistas, corruptos y un largo etcétera.

 

 

Así serán los siguientes seis años: conviviendo al mismo tiempo con el López Obrador bueno, con el López Obrador malo y con el López Obrador peor.

 

 

 

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