La quiniela falló. El día previsto para resolver la impugnación de la elección de la gubernatura de Puebla, ayer miércoles 28, terminó sin que los magistrados siquiera circularan el proyecto que el magistrado ponente José Luis Vargas someterá a consideración del pleno en el sentido de anular la elección y dar paso a la segunda vuelta, o ratificar el resultado de 1 de julio que dio ganadora a Alonso Hidalgo.

 

En el war room morenovallista comienza a crecer una sensación pesimista que dominará el ambiente del II y último informe de gobierno de Antonio Gali Fayad, a quien le queda una quincena al frente de Casa Puebla. Después, sobrevendrá el abismo.

 

Como establecimos anteriormente, aunque el plazo legal remite hasta un día antes de la toma de protesta, la interpretación común es que cruzar la frontera política del 1 de diciembre es un signo ominoso para Martha Erika Alonso, pues no se tiene la misma capacidad de maniobra antes que después, cuando la Cuarta Transformación ya habrá echado a andar toda la maquinaria.

 

Pero todo indica que esa frontera ya se cruzó. El resolutivo, ahora sí, llegaría la próxima semana, cuando ya no hay garantías de nada, Andrés Manuel López Obrador sea presidente y la Cuarta Transformación despliegue su frenético arranque de gobierno.

 

La última oportunidad es mañana viernes, pero algunas versiones indican que por lo menos dos magistrados del TEPJF tienen previstas actividades en la Feria del Libro (FIL) de Guadalajara, por lo que no estarán disponibles para sesionar.

 

Todo Puebla contiene el aliento y la espera se hace más pesada conformen avanzan los días. El retraso crispa los nervios, pero en realidad no da pistas de cómo votarán los magistrados.

 

Veamos.

 

Si los magistrados se hubieran resentido, las presiones políticas de Yeidckol Polevnsky y el entorno de Morena, interesado en bloquear al morenovallismo, hace semanas o días que el Pleno ya hubiera votado por la anulación. ¿Si la intención es complacer a López Obrador, para qué retrasar más el fallo? Un mediano manotazo en la mesa bastaba para tumbarla.

 

Pero el que los magistrados hayan aguantado las presiones de Morena hasta este punto tampoco le garantiza nada al morenovallismo, que tenía el compromiso de que Martha Erika sería confirmada antes de la toma de protesta de López Obrador. Evidentemente no les cumplieron, cualquiera que sea la razón.

 

Después del 1 diciembre, las presiones políticas desde Morena y la Cuarta Transformación sobre los magistrados se van a agudizar. Como les pasa a los inversionistas internacionales y a los hombres de negocios, lo que preocupa del caso Puebla es el desprecio por lo jurídico, por lo legal, que tienen López Obrador y su banda más radical.

 

Ahí está el caso del brillante escritor Paco Ignacio Taibo II, pero imprudente político, quien ayer en la FIL se expresó en términos soeces para festinar su llegada a la dirección del Fondo de Cultura Económica (FCE) pese a que legalmente todavía se encuentra impedido por no ser mexicano por nacimiento, para lo que se prepara una reforma, un chaleco a la medida del capricho de AMLO: modificar la Ley Orgánica de la Administración Pública para que el nombramiento pueda materializarse.

 

Taibo II habla así, porque así escribe. Sus novelas negras con el detective Héctor Belascoarán Shayne es de lo mejor de la literatura del siglo XX, además es un escritor de corte popular, un best seller alejado de los academicismos. Es decir, Taibo no es un “queda bien”, sino hombre de pensamiento libre. Tan libre que exhibió su prepotencia: “se las metimos doblada, camaradas”.

 

El caso Puebla preocupa por lo mismo: parece que su solidez jurídica es insuficiente ante la fuerza política que pueda aplicar AMLO entre los magistrados, y pese a que en seis recuentos ganó Alonso Hidalgo, no hay certidumbre ni confianza en el fallo ni en la 4T, porque lo mismo piensan los tenedores internacionales de bonos y los constructores involucrados en el NAICM.

 

Lo mismo que banqueros, mineros y ahora agentes bursátiles involucrados en las Afores que ahora se piensa eliminar: toda la fuerza del derecho parece insuficiente ante la voluntad política de AMLO.

 

Este deja de ser un país de leyes y se convierte en un país de hombres, el mismo trayecto histórico de los caudillos que no dejamos nunca de recorrer. En Puebla no hay calma chica, sino crispación en el ambiente ante lo que se cocina: la Segunda Vuelta de la elección por la gubernatura.