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Viernes, 30 Noviembre 2018 04:47

Crónica del hombre al que el poder no lo enloqueció

Crónica del hombre al que el poder no lo enloqueció Escrito Por :   Arturo Rueda

Al finalizar Gali su discurso para tomarse la foto familiar en el proscenio, una larga fila se formó para saludar a quien compite como el gobernador más querido del último siglo junto a Melquiades Morales y Alfredo Toxqui Fernández de Lara. Una salutación como en los viejos tiempos. En efecto, Gali ha entrado a ese panteón particular de los gobernadores queridos, los que acaban su periodo, continúan una vida normal, sin esconderse para disfrutar una riqueza vergonzante


 

No, no estoy llorando.

 

Solamente se me metió un Tony Gali en el ojo.

 

Fue bueno porque fue breve o fue breve porque fue bueno, nunca sabremos la verdad, pero en medio de su nostálgica despedida quedó el sabor de boca de que ese hombre se merecía más tiempo al frente del gobierno de Puebla.

 

Ayer en el Auditorio de la Reforma, culminó una escalada política trepidante que en apenas ocho años lo llevó a secretario de Infraestructura, alcalde de la capital y luego gobernador del estado, para cerrar con broche de oro en la historia política de la entidad.

 

El hombre rebosa éxito, pero las envidias no lo tocan. Nadie habla mal de él, abraza a su familia con emoción, canta a la primera oportunidad, los escándalos no lo rozan, y en esos mismos ocho años nunca generó un enemigo.

 

Gali es una rara avis en la política mexicana, pues no parece padecer ni la angustia del poder ni la codicia de la riqueza mal habida.

 

Algo tiene que ver con su muy particular estilo que alguna vez definimos como mezcla de guante de seda en una mano y guante de hierro en otra, a diferencia de Moreno Valle que tenia guante de hierro en ambas manos.

 

Parece poco, pero en realidad es mucho: reitero que Gali es una de esas raras aves a las que el poder no hizo enloquecer. En esos ocho años nunca se subió al ladrillo, ni se volvió autoritario, ni usó la silla para enriquecerse, no metió a nadie a la cárcel, no alentó sueños presidenciales ni hizo nada excéntrico.

 

Su sueño era terminar esa etapa trepidante y regresar a ser un hombre normal, como ayer lo dijo en su discurso. Sin duda lo logró.

 

Lo mejor de ese breve ‘minigobierno’, y previo a la antesala de lo que puede ser un abismo, el gobierno de Gali será recordado como un oasis de reconciliación, de tolerancia, de sano entendimiento y sobre todo, de la más amplia libertad de expresión.

 

No en balde el hombre que abogó por terminar las políticas represivas de Moreno Valle cerró su periodo de estrellato poniendo el acento en la intolerancia que domina Puebla tras el irresuelto conflicto poselectoral.

 

Esa intolerancia que le impidió acudir al Congreso para entregar su informe para no verse atrapado por los dardos de odio de los JoseJuanes y Biestros que se propusieron amargarle su despedida.

 

Todo se resolvió sencillo, enviando a un colaborador de bajo rango político, y los odiadores se quedaron con el fusil al hombro, pues no había pieza valiosa para humillar.

 

***

 

No se sabe qué sentimiento era más poderoso en el Auditorio de la Reforma, si la nostalgia del gobernador que se va o la incertidumbre del gobernador que llegará. O no.

 

Ahí, en primera fila, haciendo de tripas corazón, Martha Erika Alonso recibió una muestra del señorío de Gali cuando le ratificó su apoyo en las horas de incertidumbre. Con todo que perder y nada que ganar, el gobernador revalidó que la espera como su sucesora, pese a que la moneda sigue en el aire.

 

Cuando sea grande, quiero ser como Gali y tener ese mismo señorío que desprecia a los oportunistas y al oportunismo como forma de trepar.

 

El gobernador rindió su informe el 29 de noviembre, cuando, sin obligación legal, pudo haberlo hecho el 3 de diciembre cambiando las coordenadas de la política, unido su destino al del nuevo gobierno federal.

 

Si hubiera movido de fecha, López Obrador debía haberle enviado un representante, también habría acudido el ‘superdelegado’ Abdala, y los odiadores de Morena tendrían que haberle bajado dos rayas a su rijosidad para dejarlo pasar al Congreso sin problemas.

 

Pero Gali eligió el 29 de noviembre para agradecerle a la administración de Enrique Peña Nieto, al general Cienfuegos, al almirante Soberón, y a todos los funcionarios de ese gobierno federal que le abrieron puertas en beneficio de la entidad.

 

Un señor en toda la extensión de la palabra, porque de señor viene señorío.

 

***

 

Al culminar su Sexto Informe, el cierre de su sexenio en el Centro de Convenciones de Ciudad Modelo, burócratas pagados se lanzaron con porras de ¡Rafa, presidente! y después hubo una comida fastuosa que nadie agradeció porque todos tenían prisa por cerrar el capítulo de Moreno Valle en la entidad.

 

Al finalizar Gali su discurso para tomarse la foto familiar en el proscenio, una larga fila se formó para saludar a quien compite como el gobernador más querido del último siglo junto a Melquiades Morales y Alfredo Toxqui Fernández de Lara. Una salutación como en los viejos tiempos.

 

En efecto, Gali ha entrado a ese panteón particular de los gobernadores queridos, los que acaban su periodo, continúan una vida normal sin esconderse para disfrutar una riqueza vergonzante, perseguidos por los escándalos que parieron, anhelantes siempre del poder perdido.

 

Muchas tormentas se avizoran en el futuro.

 

Nadie sabe si Martha Erika se va a sentar en la silla que deja Gali, si tendrá que entregarle a un interino, o si de plano no habrá a quien dejarle el mando en una crisis de ingobernabilidad.

 

Los odiadores de Morena querrán cobrarle el desaire reprobando su cuenta pública.

 

Si las cosas empeoran o hay una nueva campaña, nadie descarte que sea blanco de difamaciones, como la carpeta que ya presume haber documentado el tal ‘JJ’.

 

Lo que nadie podrá quitarle es la tranquilidad del hombre normal.

 

El Gali que en cualquier karaoke seguirá igual de aplaudido que cuando cantaban con la investidura de gobernador.

 

O más. Y todo porque nunca se dejó enloquecer por ese demonio mental que es el poder.

 

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