Sábado, 27 de Julio del 2024
Miércoles, 26 Diciembre 2018 03:01

El drama humano de Martha Erika, Rafael y Puebla

El drama humano de Martha Erika, Rafael y Puebla Escrito Por :   Arturo Rueda

Pienso en Martha Erika Alonso en esos 15 segundos terroríficos que duró el desplome hasta que se estrelló en el suelo de Coronango. Trato de imaginarme qué pasó por su cabeza antes del final. ¿Valió la pena todo? ¿Seguir la carrera de Rafael hasta sus últimas consecuencias, hasta el grado de renunciar a ser madre? ¿En los dos muchachos que acogió sin hacerlo público, sólo por puro amor?


 

Viene a mi mente en estas horas dolorosas el poema Amor constante más allá de la muerte que Quevedo escribió en el siglo de oro español y que Octavio Paz calificó como el mejor que se ha escrito en toda la historia de la lengua española.

 

Un soneto que así cierra gloriosamente:

 

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

 

 

Polvo serán, mas polvo enamorado.

 

Después de su trágico accidente, Rafael y Martha Erika descansarán juntos eternamente por decisión de sus familias, pues sus cenizas fueron mezcladas tras incinerarlos y ser colocadas en dos urnas.

 

Una quedará a resguardo de la mamá de Martha Erika, la otra a cuidado de Gabriela y Rafael, los padres del ex gobernador.

 

Las dos urnas, cenizas mezcladas, así presidieron el homenaje-funeral en la Plaza de la Victoria.

 

Cenizas mezcladas, juntos eternamente.

 

Polvo serán, mas polvo enamorado.

 

***

 

La página en blanco siempre es un enemigo, pero lo es más a la hora de escribir acerca de la conmoción que vive Puebla.

 

Simplemente no hay por dónde empezar.

 

¿Por la pesadilla de la inestabilidad que vive el estado?

 

¿Por el destino trágico de una pareja unida por el amor y el poder?

 

¿Por las causas inexplicables del ‘helicopterazo’ y el silencio sospechoso desde la aeronave a la torre del control?

 

¿Por la responsabilidad política de López Obrador en el clima de hostilidad hacia Martha Erika Alonso desde el gobierno federal tras el fallo del TEPJF?

 

¿Por las teorías de la conspiración que hablan de un magnicidio contra el principal polo de oposición a la 4T?

 

¿Por la muerte terrible de un hombre exitoso que generó un karma de odio entre los poblanos?

 

¿Por el misterio que siempre nos quedará de cómo habría sido el gobierno de Alonso Hidalgo?

 

¿Por las ambiciones desatadas por la inminente elección de gobernador?

 

¿Por la conspiración de Morena y Luis Miguel Barbosa para quedarse como gobernador interino?

 

¿Por el dolor de unos padres ante el destino trágico de sus hijos?

 

¿Por el relevo de poder en el grupo morenovallista que perdió a su ‘macho alfa’?

 

¿Por la tristeza de un mandato que sólo duró 10 días?

 

¿Por la versión parcial de la reunión entre Olga Sánchez y la gobernadora Alonso del que no podemos tener la otra versión?

 

¿Por la semilla de odio que ha germinado a todo su esplendor entre todos los poblanos?

 

¿Por la tristeza personal por la muerte del capitán Coppe, con quien volé hace dos semanas en la ultima gira de Antonio Gali?

 

¿Por la lección de que todo el poder y el dinero no sirven de nada ante la fragilidad humana, y que el deseo de acumulación no nos conduce a ningún lado?

 

Esta historia puede contarse desde tantas perspectivas

 

***

 

Rafael Moreno Valle amó los helicópteros tanto, tanto, que murió cuando se desplomó en el que viajaba a la Ciudad de México, presumiblemente, a la cena de navidad con sus papás.

 

El primer escándalo de su gobierno, en ese lejano 2011, fue la compra de dos aeronaves Agusta a precio de oro supuestamente porque son las más seguras del mundo.

 

Irónicamente, el ex gobernador y su esposa, la gobernadora, ese 24 de diciembre decidieron no volar en ninguna de las naves propiedad del gobierno estatal y arrendaron un Agusta propiedad de empresarios beneficiarios en su sexenio.

 

Quizá fue un ataque de honestidad. Quizá la gobernadora decidió no utilizar las aeronaves del gobierno para asuntos personales para no distraer recursos públicos. Pero se fueron en el helicóptero arrendado que pilotaba Coppe, el hombre más acucioso, detallista y perfeccionista que he conocido en cuidado de helicópteros.

 

Un piloto que se sabía la ruta de memoria, en un viaje en condiciones climatológicas ideales, en una aeronave que tenía todos los servicios y certificaciones, y además con doble turbina para prevenir fallos mecánicos.

 

¿Qué falló? ¿Por qué no hubo comunicación a torre de control? ¿Por qué estalló en el aire y luego cayó a pique?

 

¿Qué ocurrió a 10 mil pies de altura?

 

****

 

Pienso en Martha Erika Alonso en esos 15 segundos terroríficos que duró el desplome hasta que se estrelló en el suelo de Coronango.

 

Trato de imaginarme qué pasó por su cabeza antes del final.

 

¿Valió la pena todo?

 

¿Seguir la carrera de Rafael hasta sus últimas consecuencias hasta el grado de renunciar a ser madre?

 

¿En su mamá?

 

¿En los dos muchachos que acogió sin hacerlo público, sólo por puro amor?

 

¿En el largo conflicto poselectoral, en lo que tenía pensado hacer en su mandato?

 

¿Alcanzó a tomarse de la mano con Rafael?

 

¿Se imaginó que sus cenizas terminarían mezcladas para ser polvo enamorado por siempre?

 

Ay, amiga. Pensar que hace unos días te despedí en tu camioneta y quedamos de vernos después del año nuevo.

 

Ya no será.

 

 

En el Good Place te vas a encontrar a Selene.

 

Ojalá ahora sí se hagan amigas.

 

***

 

Como la ambición no descansa, lo escribió Shakespeare, todos los actores políticos de México, del país, pusieron un ojo en la tristeza por la tragedia y el otro en la inevitable elección de gobernador que habrá dentro de cinco meses.

 

No rendir la plaza es la misión del morenovallismo. Que el sacrificio de Martha y Rafael valga la pena.

 

Parece que ya tienen candidato en Luis Banck, quien a petición de la familia pronunció un discurso casi incendiario que encarnó la indignación por el maltrato que recibió Alonso Hidalgo.

 

Olga Sánchez, la titular de Gobernación, fue depositaria de la ira del grupo, pero antes de los gritos, los abucheos, fue encarada por la señora Gabriela Rosas, madre del ex gobernador, cuando la ministra quiso darle un compungido pésame.

 

—Qué curioso que vengas a enterrarla y no hayas venido a ungirla a su toma de protesta—, le dijo.

 

—No, yo sí quise venir pero…— trató de justificarse la ex ministra de la Suprema Corte.

 

No me dirijas la palabra, no quiero saber nada de ustedes—, la despachó con ‘cajas destempladas’.

 

***

 

Del otro lado, la ambición del obsesivo Barbosa, a quien no le da asco ser beneficiario de la tragedia.

 

Primero presumió su carrusel mediático para hablar de la conmoción, que debía respetarse el duelo, que lo impactaba la muerte de sus rivales.

 

En ese largo carrusel resbaló y dijo que el accidente era un magnicidio. ¿A petición de parte, relevo de pruebas?

 

Por la tarde, mientras ocurría el funeral en la Plaza de la Victoria, se reunió con Biestro, José Juan y compañía para conspirar primero del inminente interinato.

 

No hay moral que lo detenga, ni inmoralidad que lo frene.

 

Así es el hambre de poder que nunca duerme, menos aun con los cuerpos calientes

 

***

 

Las palabras de un presidente pesan.

 

La lección es amarga para López Obrador, quien se prodigó en descalificaciones para no aceptar el resolutivo a favor de Martha Erika Alonso en el TEPJF.

 

Dijo que era antidemocrático, que no vendría a Puebla, que no se reuniría con ella.

 

Seguramente no es culpable de nada, pero la historia le cargará encima esas cinco muertes, como Salinas siempre cargó la de Colosio.

 

Así pasa en un país lleno de ‘conspiranoicos’.

 

Ojalá la lección le sirva para entender que sus palabras pesan más que nunca.

 

****

 

A Rafael lo conocí hace dos décadas. Nunca lo estimé, pero siempre respeté su talento político. Tuvimos la amistad tensa del amigo-enemigo.

 

A Martha Erika Alonso la conocí poco, pero llegué a estimarla porque era diferente a Rafael. Creo que iba a ser una buena gobernadora.

 

Una decisión ética, no usar las aeronaves del gobierno de Puebla para asuntos personales, quizá le costó la vida.

 

O quizá esa gubernatura no era para ella, y no será para ella.

 

El tiempo les dará su justa dimensión a ambos.

 

Descansen en paz, Martha y Rafa.

 

Ya son polvo enamorado.

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