Ricardo Anaya hizo el peor negocio de su vida al entregarle todo, todo, todo lo que le pidió Rafael Moreno Valle como condición para no romper con su candidatura presidencial. En Puebla, simple y sencillamente, nadie hace campaña por él. Peor aún. Nadie habla de él. Y si nadie habla de él, mucho menos nadie lo defiende del torbellino de señalamientos por lavado de dinero que enturbiaron y frenaron su ascenso en las encuestas.
Entre la entrevista con Loret de Mola, cuando negó su amistad con Manuel Barreiro y dijo que “sólo lo conocía”, a la difusión del video en el que aparece bailando de manera animada en la boda del presunto lavador, la aspiración del queretano de convertirse en el segundo finalista de la campaña presidencial se diluyó. En apenas semana y media dio tres pasos atrás para situarse junto a Meade disputando el tercer lugar… otra vez.
Rafael Moreno Valle vio y oyó el escándalo de Anaya sólo para promoverse como candidato presidencial sustituto con Dante Delgado y el nuevo líder nacional del PRD. En Puebla no dio instrucción para que alguien saliera a su defensa, emitiera algún comentario o por lo menos condenara la difusión del video de circuito cerrado que hizo la PGR. Ni una palabra de A-na-ya es la instrucción.
Sólo la urgencia hizo que el queretano le diera al ex gobernador todo tipo de concesiones con un resultado previsible: la traición. En el modus operandi habitual del poblano, ahora que tiene seguro su ingreso al Senado por la vía plurinominal, la postulación de Martha Erika, así como el control absoluto de las candidaturas federales y locales, Anaya ya no le sirve para nada. No le dio antes su apoyo, no tiene porqué dárselo ahora.
Ahora lo que le conviene a Moreno Valle es que Anaya se hunda. Ya sea que quede en tercer lugar de la carrera, ya sea que deba ser sustituido si los señalamientos de lavado de dinero siguen en aumento, incluso si le encuentran otro inmueble. De esa forma, calcula, podrá pelear la dirigencia nacional del CEN o apoderarse de la Coordinación de la Fracción Parlamentaria en el Senado con el apoyo de Osorio Chong.
La campaña de Anaya tiende a peor, porque ya se aproxima el resurgimiento de Margarita Zavala que le va a robar una buena parte de la base panista. El camino es cuesta abajo. Por ello es que la campaña presidencial de Anaya no existe en Puebla. No hay coordinador, ni vocero. Lo peor que hizo el queretano fue no darle posiciones a los que se la habían jugado por él: Juan Pablo Piña Kurczyn o Humberto Aguilar Coronado. No fueron integrados a las candidaturas porque Moreno Valle no lo permitió. Ahora no hay ningún tipo de contrapeso. Y tampoco nadie le tiene lealtad. Se la jugaron con él a lo güey.
Pero en un gesto irónico, esta perversidad morenovallista afecta la campaña de Martha Erika que no encuentra refuerzo ni apoyo en la campaña presidencial del Frente. Es una de las razones por la que va sola. A diferencia de Doger, que tiene fardos arriba y abajo, a Alonso Hidalgo sólo la sostiene Eduardo Rivera Pérez, porque la inexistencia de Anaya no la ayuda, ni la refuerza la dupla Navarro-Riestra en el Senado.
Así que el único clavo ardiente que tiene el morenovallismo es el desempeño de Lalo en la alcaldía, pues si él se derrumba ante Claudia Rivera Vivanco, también se derrumbará Martha Erika. Aunque el ex alcalde parte con mucha ventaja gracias a su pasado como presidente municipal en el trienio 2011-2014, la recién designada candidata por Morena va a dar batalla por el efecto López Obrador. Según algunos operadores del tabasqueño, por lo menos en dos distritos de la capital la ventaja que tiene Morena es superior a los 20 puntos en las encuestas.
Entonces a Alonso Hidalgo le ocurre lo inverso que a Barbosa, cuya escasa potencia personal se ve compensada de forma amplia por el subidón que le inyecta López Obrador, como ocurrió en la precampaña. El conocimiento del tehuacanero apenas va en crecimiento, pero si ya empató a la panista es gracias al empuje extra que le da el tabasqueño. Con ese solo empuje está en franca competencia por la gubernatura.
Al final, por doloroso que le sea, Moreno Valle debe entender que el escándalo Anaya también impacta en Puebla, y si impacta en Puebla, le pega a Martha Erika y a Lalo Rivera. De forma creciente deberían enredarse todos en una sola bandera, porque todo lo que pierda el Frente en estos días también lo perderá Martha Erika.
O puede ocurrir algo todavía más perverso. Que cada uno por su lado, Anaya y Martha Erika, terminen hundiéndose y en medio de ese gran naufragio, gracias a su senaduría plurinominal, Rafael Moreno Valle sea el único sobreviviente.