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Martes, 26 Marzo 2019 01:00

El otro México, el que no idolatra, ni abuchea a AMLO; el México que está esperando

El otro México, el que no idolatra, ni abuchea a AMLO; el México que está esperando Escrito Por :   Javier Arellano Ramí­rez

Las escenas se difundieron de manera masiva y luego la polémica se desbordó. Una turba evidentemente preparada abuchea al presidente López Obrador en la inauguración de un estadio de beisbol en lo que debe verse como una clara emboscada por parte del anfitrión.


 

La realidad es que una parte considerable del país está dividido entre ‘chairos’ y ‘fifís’; entre los ‘AMLOvers’ y sus detractores; entre quienes le aman o lo odian.

 

Cada mañana el presidente de la República personalmente se encarga de hacer más profunda la zanja que divide a esos dos grande grupos de mexicanos. Las alusiones a los ‘fifís’, a los conservadores y neoliberales perforan aún más esa brecha.

 

Lo que hace López Obrador es muy semejante al discurso de Donald Trump que está única y expresamente dirigido a sus huestes, a sus seguidores. No le interesa hablarle a los demócratas y mucho menos a la opinión pública internacional. Él sólo le habla a los suyos y nada más.

 

Y por un momento pareciera que Andrés Manuel sigue en un discurso de campaña. Fustigando, señalando y distanciándose aún más del adversario. Cuando la postura y la orientación del mandatario de la nación deben ser otras.

 

Si bien es cierto que un segmento del país claramente puede identificarse como seguidores de AMLO y otro frente como sus detractores, también es un hecho que otra gran parte de la población no pertenece ni a uno, ni a otro grupo.

 

Hay millones de mexicanos que no son ‘chairos’ y tampoco ‘fifís’. Amplios sectores sociales que no caen en el maniqueísmo emocional de idolatrar todo (como hacen unos), ni de reprobar todo (como apasiona a otros).

 

La realidad es que la más grande preocupación de los mexicanos es la seguridad. Y no están muy interesados en que se detenga al ‘Marro’, el jefe criminal de Santa Rosa de Lima; como tampoco muestran prisa en que Carlos Romero Deschamps sea procesado.

 

Millones de mexicanos están terriblemente agobiados por la inseguridad y la violencia. Pero no por aquella de los grandes cárteles y sus aliados políticos; no por los grandes negocios criminales o por los capos que inspiran series de televisión.

 

Una inmensa mayoría del pueblo mexicano está angustiada por la pequeña delincuencia; la que se sube a una colectiva o a un autobús a asaltar a todos sus pasajeros; la que entra a una modesta miscelánea y se lleva las ganancias que obtuvo una familia en una semana; la que no se roba los autos de lujo, sino los modelos atrasados para venderlos en deshuesaderos; la violencia que arrebata una vida en el viaje de una ‘pecera’.

 

Si nos permiten hacer una comparación con las finanzas, los políticos suelen hablar de los logros en la macroeconomía, las grandes cifras, los dígitos gigantescos que sostienen a una nación. Pero olvidan la microeconomía, la del salario de las clases populares, la del patrimonio que lleva la madre en el monedero y los esfuerzos que hace una familia para comprar un modesto televisor.

 

Así, en un simil poco ortodoxo, de la misma manera podríamos hablar de la ‘macrojusticia’ la que trata sobre los grandes capos y las investigaciones para perseguirlos. Pero al pueblo lo único que le interesa es la ‘microjusticia’, aquella que está ausente en el transporte público de Ciudad Juárez, en las calles de Ecatepec o las avenidas de Zapopan.

 

La ‘Docena Trágica’, los sexenios de Calderón y Peña Nieto, convirtieron a este país en una réplica de la ley de la selva; donde cada quien tiene que protegerse y defenderse como pueda.

 

Por eso el fenómeno social de los linchamientos se muestra desbordado. Porque la justicia institucional fracasó y la gente ya sabe que sólo por su propia mano puede detener a los criminales. 

 

A éste, el gran México agobiado, lastimado, herido, no pertenece ni al grupo ‘chairo’ y mucho menos se identifica como ‘fifí’.

 

Ese México está muy lejos de idolatrar o de abuchear por consigna al presidente López Obrador.

 

Este México está esperando resultados, está esperando que la auténtica, la verdadera y real justicia social llegue a sus calles, a sus colonias.

 

Pero hasta el día de hoy el mandatario aún no ha llegado a este punto.

 

Por el bien de los mexicanos todos, es vital que entienda esta parte central de su responsabilidad histórica.

 

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

 

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