Enrique Cárdenas, el abanderado de la coalición PAN-PRD-MC, arrancó con unos pocos acompañantes, sin el respaldo de su dirigencia nacional, ni de los morenovallistas o los yunquistas o algún panista trascendente. El bautizado como ‘Droopy’ no ha logrado convencer ni siquiera a los de su partido y aunque las encuestas digitales lo han dado por ganador, los números reales, de los expertos en la materia, lo ponen en un lejano segundo o hasta tercer lugar.

Alberto Jiménez Merino, el abanderado del tricolor, arrancó campaña arropado por diversos liderazgos, la presidenta del CEN priista, Claudia Ruiz Massieu y la nueva dirigencia estatal presidida por el ex diputado Lorenzo Rivera Sosa y la ex candidata al senado Xitlalic Ceja. Aunque este cambio de dirigencia le dio un merecido respiro a los priistas, los números siguen sin repuntar.

La renovación del villano -para los tricolores- en el 2018, Javier Casique, dio aires de esperanza a militantes y simpatizantes del antes ‘partidazo’, sin embargo, las apariciones públicas  del ex gobernador Mario Marín en los eventos de campaña alejan a Merino de la preferencia electoral, poniéndolo en un virtual segundo lugar que huele más bien a tercero.

Por su parte, el abanderado de la coalición Morena-PVEM-PT, Luis Miguel Barbosa, arrancó campaña con miles de simpatizantes y el respaldo de Mario Delgado, coordinador de los diputados federales morenistas y Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional de su partido.

Bajo la consigna de reconciliación, Barbosa arrancó su segunda campaña, esta vez con todas las mediciones a su favor a pesar de los problemas en precampaña.

La pelea por el trono poblano empieza unas semanas de la pelea por el ‘trono de hierro’. La coincidencia nos hará meternos en la historia.

Esta elección terminará con aquel grupo que dominó Puebla por ocho largos años, pero aquel exiliado que dejaron en el camino, está muy cerca de volverse el consejero -la mano- de quien podría ocupar el trono poblano por los próximos seis años.

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El inicio de las campañas tendrá muy ocupados a los poblanos. La incógnita es: la fiebre electoral captará la atención de la población o los múltiples problemas sociales, la violencia y la inseguridad se llevará los reflectores.

Al menos en Texmelucan la campaña está en segundo término.