Ya está hasta la azotea de presenciar jaleos, cuchicheos, intrigas entre los actores políticos y todavía más entre quienes tienen tareas públicas y deberían estar entregados a su trabajo al cien por ciento de su tiempo y capacidad, según se  comprometieron al rendir protesta.

Lamentablemente por encima de sus tareas no dejan de mover “sus piezas” de acuerdo a sus intereses, luchando para hacer realidad aquella máxima de que ‘la revolución les haga justicia’.

Pese a que en grupo y en conjunto lucharon para llegar, hoy que están sentados en una buena posición se olvidan del pacto, acuerdos y compromisos entre sí para darse con todo por debajo del agua en un jaloneo por conservar las raciones más amplias del poder que turba y enloquece.

¡Qué mezquindad!

¿Y sus ideales?

¿Para eso lucharon?

Los gobernados no votaron por ellos, votaron esta ocasión por un cambio que “ellos” se empeñan en que no llegue para seguir disfrutando como los actores que les antecedieron,  de privilegios y todo el glamur que consigo “se cree” que encierra la administración pública, es decir, un cargo.

Quienes desde la butaca presencian todos los jaleos, exigen que esos actores públicos ya se pongan a trabajar, que cumplan con su misión, que no caigan en la tentación de servirse de su posición como tanto criticaron de sus antecesores.

Es hora de que comiencen a lanzar señales de que están trabajando, de que están en lo suyo, que no permitan que los rezagos y los problemas se continúen amontonando en detrimento de la administración a la que pertenecen.

La percepción es de que con recursos del erario cada quien está en su juego de poder poniéndole la zancadilla a su contrincante y al que se mueve. Y que los problemas reposan en los escritorios en dos charolas: una, en la que quedan pendientes los asuntos y la segunda, en la que se tiene clasificada como “la charola de los problemas que el tiempo resolverá”.

Y eso, ¡no se vale!

El clamor es: menos grilla y más trabajo para ver resultados.