Uno de los puntos torales del primer encuentro entre Luis Miguel Barbosa —ya en su calidad de gobernador electo— con Andrés Manuel López Obrador, ocurrido en Oaxaca hace un par de semanas, fue el análisis y posibles soluciones a las desastrosas administraciones municipales de Morena de cara a la elección intermedia de 2021, cuando también probablemente el presidente deba jugar la revocación de mandato.
Entre el gobernador electo y el presidente hay preocupaciones compartidas alrededor de la Cuarta Transformación. La principal es que en 2021 habrá elecciones intermedias. Barbosa se jugará su Congreso, López Obrador la mayoría en la Cámara de Diputados y, si prospera la Ley de Revocación de Mandato, someterse a un escrutinio altamente polarizador.
Las cifras de las encuestas para Morena, aunque se mantiene en primer lugar de las preferencias como partido político, no son halagadoras. El dato revelado ayer por México Elige, donde el tabasqueño hiló cinco meses a la baja en su posicionamiento y por primera vez una mayoría reprueba el desempeño del presidente, es altamente preocupante.
Y aunque en 2019 se ganaron las gubernaturas de Puebla y Baja California, en el resto de elecciones en otros estados a Morena le fue muy mal. Como partido, se encuentran en una encrucijada.
Barbosa y López Obrador compartieron un dato común. La situación más grave en Puebla se vive en tres municipios: Puebla capital, Tehuacán y San Martín Texmelucan. Con base en los datos, el presidente autorizó al gobernador electo a intervenir en esos tres ayuntamientos con vigor con el objetivo de relanzarlos.
Esa intervención, como ya lo adelantó el gobernador electo, se dará en cinco rubros: transparencia, contraloría, obra pública, combate a la corrupción y seguridad pública.
Y lejos de solamente meditar lo que se necesita, después de recibir la autorización del presidente, el gobernador electo definió un orden de intervención: Tehuacán, San Martín Texmelucan y después de la toma de protesta, Puebla capital.
El plan está en marcha en Tehuacán, donde para evitar una crisis mayor, el edil Felipe Patjane aceptó la modificación de su planilla mayor de funcionarios. El barbosismo lo colonizó con la designación de seis nuevos funcionarios conforme al plan: el contralor municipal Ricardo Valladares Martínez, el secretario general Alejandro Guerrero Martínez, la Tesorería la dirigirá María del Carmen Filiceo Rodríguez, en Ooselite José Héctor Huerta, en Oosapat Armando Sánchez y en Obras Públicas María Sara Pedroza Rojas.
También habrá cambios en el Organismo Operador del Servicio de Limpia de Tehuacán (Ooselite), y el Organismo Operador del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Tehuacán (Oosapat) con nuevos contralores.
Un mes antes de la elección, Patjane ya había realizado las modificaciones en el rubro de seguridad pública. María Arrendondo Mendoza fue designada titular de la Secretaría de Seguridad Pública. Ricardo Vilchis González como Director General de Gobierno, y David Hernández Pérez como director de Seguridad Pública; además de Enrique Macdonald Mejía, quien dirigirá el Cereso; por último, Ricardo Mendieta Hernández fungirá como Director de Tránsito Municipal.
En resumen, el barbosismo ya gobierna en Tehuacán, resultado del desgobierno de Patjane: ahí están en juego dos distritos electorales, pero es la base de entrada a la sierra negra y la oriundez del gobernador electo. Demasiado en juego para arriesgarlo.
Tras Tehuacán, sigue Norma Layón, quien deberá entregar la cabeza de sus principales funcionarios en San Martín Texmelucan.
Y después del 1 de agosto, el ciclo se cerrará con Puebla capital, donde Claudia Rivera Vivanco llevará a Lourdes Rosales y sus principales funcionarios a la piedra de los sacrificios.
Y si se niega a hacerlo, ahora sí se entrará al análisis de la remoción de la alcaldesa mediante el ofrecimiento de un ‘puestito’ en el Gobierno federal.
Es el resultado del primer encuentro entre el presidente y el gobernador electo: corregir los malos gobiernos municipales de Morena.
