Viernes, 26 de Abril del 2024
Viernes, 30 Agosto 2019 02:43

Las catacumbas de la Autonomía Universitaria

Las catacumbas de la Autonomía Universitaria Escrito Por :   Arturo Rueda

El daño patrimonial es derivado de un negocio pésimo en el que la BUAP invirtió 466 millones de pesos, pero ahora que vendió el equipo a Mendívil y este a los empresarios de Ciudad Juárez, recibió 90 millones de pesos de contraprestación, y si la demanda que interpuso le diera la razón para recibir los otros 180 millones, la BUAP de todos modos sale perdiendo 197 millones de pesos, aunque las pérdidas actuales en este momento son de 376 millones de pesos, más impuestos y pago de abogados. ¿Quién va a responder por ese dinero?


 

¡Oh Autonomía Universitaria, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre! es la frase con la que cualquier persona, miembro o no de la comunidad BUAP, podría responder al inflamado discurso del rector Alfonso Esparza con el que cerró en el #LoboFest —con el que recibió a los miles de estudiantes— y en el que reivindicó la mentada autonomía como principal fortaleza.

 

El concepto de autonomía universitaria es precioso y preciso, pues blinda a la máxima casa de estudios de cualquier injerencia externa en su misión que no es otra cosa que la extensión del pensamiento universal cuyas expresiones son la libertad de cátedra, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión.

 

Pero en las catacumbas del concepto “autonomía universitaria” ocurren cosas raras que merecen una explicación satisfactoria. De entre las más raras, el uso del presupuesto universitario en esa aventura desventurada del rector Esparza llamada Lobos BUAP, un equipo de futbol profesional que fue subvencionado con recursos que debían dirigirse a la misión educativa, no al espectáculo profesional de un deporte masivo.

 

No es un hecho menor que entre 2011 y 2017, la Benemérita haya desviado 466 millones de pesos del presupuesto universitario a una Asociación Civil denominada Lobos BUAP AC.

 

 

Tampoco es menor que de esa millonada el monto mayor se haya dado en el año 2017, cuando el equipo Lobos BUAP subió del Ascenso MX a la Primera División y el rector decidió enviarles 177 millones de pesos directamente desde cuentas bancarias de la BUAP.

 

Y todo esto es peor, mucho peor, ya que si nos enteramos de ese desvío fue gracias a la pugna que nació entre el empresario Mendívil y el rector Esparza por la venta del equipo a un grupo de empresarios de Ciudad Juárez, no a un acto de transparencia de la propia rectoría.

 

Porque el discurso de Alfonso Esparza durante todos esos años fue que no había dinero de la BUAP en Lobos BUAP. Es decir, que con dinero público no se subsidiaba al futbol profesional, algo que él mismo consideraba gravísimo en los dichos, pero sí hizo en los hechos.

 

 

En esos años, ni el Consejo Universitario ni la Contraloría, ni la Auditoría Superior del Estado (ASE), ni nadie, detectaron ese desvío. Nadie le comunicó a los poblanos ni a los universitarios, esos desvíos.

 

Incluso un grupo de empresarios con pocos escrúpulos y mucha ambición de negocios sirvieron de parapeto a esos desvíos, prestándose a conformar un fantasmal Patronato que no recaudó un peso, sino administró con criterios de rapacidad el dinero que enviaba la BUAP. En todos esos años, el periodista Pepe Hanan, a la vez gestor empresarial que integrante de ese Patronado, no informó en sus medios de comunicación.

 

No, así no puede funcionar la autonomía universitaria ni el rector Esparza puede invocarla para evitar injerencias para auditar, verificar, el uso del dinero público que recibe la BUAP a través del subsidio estatal, federal, así como sus recursos propios, también llamados autogenerados.

 

La autonomía universitaria no es una catacumba oscura, lóbrega donde puedan darse negocios privados, oscuros, como el de Lobos BUAP, que ahora se traducen en un menoscabo del patrimonio universitario. Un daño patrimonial evidente que debe ser cubierto de alguna forma.

 

El daño patrimonial es derivado de un negocio pésimo en el que la BUAP invirtió 466 millones de pesos, pero ahora que vendió el equipo a Mendívil y este a los empresarios de Ciudad Juárez, recibió 90 millones de pesos de contraprestación, y si la demanda que interpuso le diera la razón para recibir los otros 180 millones, la BUAP de todos modos sale perdiendo 197 millones de pesos, aunque las pérdidas actuales en este momento son de 376 millones de pesos, más impuestos y pago de abogados. ¿Quién va a responder por ese dinero?

 

 

Es demasiado dinero perdido en un negocio oscuro, pestilente, desaseado, que no puede justificarse bajo el concepto de autonomía universitaria. Eso se hace en las catacumbas, no en la libertad de cátedra ni la libertad de pensamiento, el verdadero objetivo de la autonomía.

 

Por el contrario, que Esparza pretenda usarla de escudo lo debilita a él, debilita a la autonomía, debilita al Consejo Universitario y la Contraloría porque lo único que dan ganas es de entrar a fondo a revisar las cuentas bancarias para saber cuántos negocios más de ese tipo nos vamos a encontrar.

 

¿Cuántas becas se pudieron dar con esos 466 millones de pesos?

 

¿Cuántos incentivos se pudieron otorgar a profesores?

 

¿Cuántos laboratorios o unidades académicas o aulas o material didáctico?

 

No, la autonomía universitaria es algo más que un negocio que salió mal.

 

Muy mal.

 

Y ahora tiene metido en un brete a todos los involucrados. Hasta a los empresarios, periodistas y constructores que se prestaron a ser parte del fantasmal Patronato.  

 

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