En estos días del mes de octubre de 2018 se inauguró en la ciudad de Atlixco, Puebla, una tienda departamental que tiene como nombre uno de los puertos de Inglaterra; empresa financiera, modelo en México, que ha tenido un crecimiento enorme en los últimos 10 años y que se ha situado en las ciudades más importantes de territorio nacional. Es todo un modelo financiero y de sistemas de crédito a sus clientes que provoca la posibilidad de que cualquiera cuente con una autorización de crédito para adquirir sus productos. Pudiera decirse que este tipo de tiendas departamentales es un ejemplo para demostrar que la modernidad ha llegado a las ciudades medianas del territorio nacional, como es el caso de Atlixco en el estado de Puebla.
Desde luego que la inauguración, majestuosa; en donde autoridades municipales y del Estado serán convocadas para semejante evento, sin que alguien considere los daños colaterales que producirá ese acto, pues estos quedan al margen de lo que representa esa vistosa inversión: empleos directos e indirectos, desarrollo económico con la colocación de empleos indirectos, los costos de la construcción, etc. Por ende, los daños colaterales no son de considerar; es más, se desconoce en qué consistirán ni, menos aún, se pueden definir.
Y para esa definición se puede ubicar al principal sociólogo del silgo XXI, Z. Bauman, que define el concepto de daño colateral como: “Las bajas se tildan de ‘colaterales’ en la medida en que se descartan porque su escasa importancia no justifica los costos que implicaría su protección o, bien, de ‘inesperadas’ porque los planificadores no las consideraron dignas de inclusión entre los objetivos del reconocimiento preliminar” (Daños colaterales. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2011). Esos daños colaterales son el cierre de tiendas y más tiendas de venta de ropa, de muebles, de productos de cocina, que, en la ciudad de Atlixco, se ubican en el centro de ella. Es inminente que el cierre de esas pequeñas negociaciones no se comparan con la majestuosa construcción de esa tienda departamental ni, mucho menos, con lo que le rodea: la pérdida de empleos, cierre de pequeñas tiendas en el centro de la ciudad; todo esto, al parecer, bien se puede compensar con esa majestuosa tienda y todo lo que le representa. Sin embargo, si la modernidad significa eso, habría que preguntar si hay que apelar a ese camino.
Estas tiendas implementan mecanismo de crédito a sus clientes para que se mantengan como deudores permanentes de las mismas; y, en el caso de los proveedores, lo que sucede es que se sujetan a maquilar permanentemente los productos exclusivamente para estas tiendas, sin que puedan proveer esos productos con las mismas calidades y características a otros clientes, es decir, se convierten en maquiladoras exclusivas de esas empresas, a lo que se denomina como “monopsonio”: un proveedor que solamente cuenta con un exclusivo cliente. Esto tiene como problema que esos clientes, en el momento en el que no se consideran satisfechos, rompen con el contrato firmado, sin responsabilidad alguna, dejando, como consecuencia, con toda la infraestructura y adeudos al proveedor.
Pues bien, dicha tienda departamental en la ciudad de Atlixco, ciudad que es emblemática por las batallas victoriosas de la denominada revolución del sur, es decir, la que llevó a cabo a inicios del siglo XX el ejército libertador y encabezado por Emiliano Zapata, quien, desde Anenecuilco, Morelos, irradio la necesidad de que la población recuperara sus tierras absorbidas por las haciendas (principalmente en el Estado de Morelos) que se dedicaron a sembrar en todo el territorio de ese Estado la caña de azúcar, y lo cual provocó que la población no contara con tierras para, al menos, subsistir. Razón por la cual, ese ejército libertador del sur llegó hasta Atlixco, lugar estratégico de control para dicho ejército para combatir, en primer término, al ejército de Díaz, después, las fuerzas de Madero y, finalmente, a los denominados constitucionalistas; batallas que se suscitaron desde 1911 hasta la muerte de Emiliano Zapata en 1919 y que fueron un modelo de persistencia en la lucha de sus principios y, sobre todo, de su libertad, al lograr la recuperación de sus tierras. Hoy, 99 años después, pareciera que esas batallas fueron infructuosas con lo que se observa en esa ciudad de Atlixco del Estado de Puebla, con la transformación que se esta sucediendo, pareciera que las victorias del denominado ejercito libertador del sur que comandaba Emiliano Zapata, se han convertido en victorias del poder económico, incluso, las tierras que aun siguen sembrando maíz, se pelea ese producto en el mercado, no para el consumo humano, sino para la elaboración del combustible denominado etanol, del endulcolorante fructuosa, y si aun sobre para la alimentación humana. Bien pudiera preguntarse: ¿y si viviera Zapata?