Martes, 30 de Abril del 2024
Martes, 03 Abril 2018 03:49

“Repúblicas bananeras”

“Repúblicas bananeras” Escrito Por :   Silvino Vergara

“Estado-gendarme el que deja libertad para los buenos negocios de los dueños del mercado y castiga cruelmente a los excluidos”. José Pablo Feinmann


 Se hace referencia, despectivamente, con el uso de “república bananera”, a las naciones de América latina —en particular a las centroamericanas— que generalmente subsisten de la explotación de productos propios del campo, de sus minas, de los propios recursos naturales con que cuentan y que sin transformación alguna son exportados a los países centrales, como son los europeos o los Estados Unidos de América, que, una vez que reciben eso productos, los procesan para regresarlos a nuestros países de América latina a precios que provocan los endeudamientos eternos que se tienen con los organismos mundiales. Y para mantener esa hegemonía, se establece todo un control económico y político sobre estas nuestras naciones. Basta con observar a simple vista que en estos países de nuestra región no hay transporte ferroviario, cuando es evidente que el progreso de Europa se dio con el tren, que resulta el sistema de transporte más barato, seguro y menos contaminante. Por el contrario, estamos inundados de equipos de transporte automotriz de importación (ya incluso de doble remolque) que en las carreteras resultan más costosos y, sobre todo, provocan más muertes.

 

Pues bien, esto que sucede con las mercancías seleccionadas que provienen de los países denominados “centrales” es lo mismo que sucede con la tecnología, la ciencia y, sobre todo, con el pensamiento, la cultura y las tradiciones, pues son igualmente importadas totalmente por la centralidad del planeta. Tal es el caso de la concepción de Estado, de los sistemas de gobierno, de los sistemas jurídicos, de la propia democracia; en todo ello no puede intervenir el pensamiento de la región, el cual está únicamente limitado a reproducir ese conocimiento y expandirlo en las escuelas, universidades, foros, seminarios. De modo que resulta imposible establecer un pensamiento originario de las naciones “bananeras”, porque, simplemente —a decir de esa centralidad—, son bananeras y no deben contar con esa libertad de procrear su propio pensamiento. En palabras del profesor José Pablo Feinmann: “La libertad sólo es reservada para el mercado, el único ente verdaderamente libre de nuestro tiempo (el mercado, no los individuos)” (Feinmann, José Pablo. La sangre derramada. Buenos Aires: Booket, 2012).

 

A ese pensamiento que se puede generar en los países que no son los centrales, como es el caso de las naciones de América latina o bien de África, se le ha denominado como pensamiento de la periferia o del sur mundial, que, si bien no es el sur geográficamente del planeta, proviene de los países que no son los controladores del pensamiento que ha de ser el dominador; y para evitar ese pensamiento alterno, existen muchos mecanismos que evitan su surgimiento, es decir, evitan que se generen teorías y formas de gobierno o sistemas jurídicos diversos a los centrales, como el caso en el que: “Los libros más importantes para abogados, escritos por economistas estadounidenses, son traducidos en muchos idiomas, y ejemplos de la tremenda influencia mundial de sus modos de pensamiento son demasiado numerosos” (Mattei, Ugo; y Nader, Laura. Saqueo cuando el Estado de Derecho es ilegal. Lima: Palestra Editores, 2013). Lo cual puede ser una explicación muy clara de la ausencia de pensamiento de nuestros propios profesores o investigadores. Lo que resulta paradójico es que, aun cuando, actualmente, el estado mexicano se ha comprometido cada día más por impulsar las investigaciones, otorgando subsidios y becas a investigadores de cualquier área del pensamiento humano, resulta que se presenta lo contrario: la ausencia de pensamiento regional o, bien, investigaciones burocratizadas, es decir, para simplemente cumplir y mantener la beca o el subsidio.

 

Citan los mismos autores Ugo Mattei y Laura Nader: “Los economistas de los países menos desarrollados educados en los Estados Unidos sirven localmente como consultores y proveen de legitimidad y prestigio a las élites poderosas [Ellos] ocupan posiciones en instituciones financieras y de políticas públicas gustosas en mostrar apertura en sus puestos para gente de países periféricos. Pero estas élites de Asia, África y América latina piensan como occidentales, porque ellos han absorbido, en sus estudios académicos prestigiosos, la retórica del elitismo tecnocrático occidental”. Por lo pronto, para no provocar investigaciones propias de la periferia, lo que se estimula es una serie de estudios en todas las áreas del conocimiento humano: licenciaturas cada día más especializadas, así como especializaciones, maestrías, doctorados, donde el requisito primordial es la ausencia de investigación. Esto, desafortunadamente, para seguir forjando la mediocridad de estas mal llamadas “repúblicas bananeras”.

 

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