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Miércoles, 28 Noviembre 2018 04:24

Termina la era priista (I)

Termina la era priista (I) Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

       El sistema priista que gobernó a este país en forma total casi durante un siglo termina en tres días su larga historia, en la que tuvo grandes logros y grandes fracasos, y que en los años 80 fue sustituido por el sistema neoliberal, implantado en México por un grupo de tecnócratas egresados de famosas universidades ‘gringas’ y que capitaneaba Carlos Salinas de Gortari.


 

        Su época más brillante fue la cardenista, que se inició en los años 30 y culminó en los años 60, en la que se crearon las instituciones y se realizaron los proyectos más importantes y trascendentes de esa época.

 

        La lucha armada iniciada en 1910 culminó en 1921 con el Congreso Constituyente de Querétaro, que expidió la Constitución que con numerosas reformas que aún nos rige.

 

        A la lucha armada que terminó con la dictadura porfirista se deben los avances de que ahora disfrutamos, pero también los graves problemas que aun padecemos: la Ley Federal del Trabajo, que hizo justicia a la clase obrera de México aun incipiente en ese tiempo; la ley agraria, que permitió el reparto de la tierra aunque no se concretó en un avance real del campesinado mexicano, que sigue padeciendo carencias de todo tipo y al que a veces se olvida y se margina.

 

         Pero la Revolución hecha gobierno es creadora, en nuestro país, de una clase media pujante que es la que ahora predomina en las grandes y medianas ciudades.

 

         Ello fue posible gracias al impulso que los gobiernos surgidos del ahora Partido Revolucionario Institucional dieron a la educación popular.

 

         Durante el porfiriato eran pocos los mexicanos que sabían leer y escribir. Los gobiernos revolucionarios no sólo impulsaron las escuelas primarias sino que crearon el sistema preescolar, el sistema de escuelas secundarias, de preparatorias y de escuelas normales para la formación de maestros y de universidades públicas para la preparación de profesionales de diversas especialidades.

 

          Fue un sistema educativo laico y gratuito que permitió a los hijos de los obreros, de los campesinos y de las clases medias populares, tener acceso a la educación media y superior.

 

          La educación, más que otra cosa, fue la que hizo avanzar al país en todos sentidos.

 

          La creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia y las campañas de vacunación libraron a la población de epidemias muy frecuentes, de enfermedades que afectaban principalmente a los niños, como sarampión, viruela, tosferina y otras.

 

         Vino después, ya con Manuel Ávila Camacho en el poder, la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social y más tarde del ISSSTE, destinado a atender a maestros y empleados del gobierno.

 

          Con Echeverría se creó el Infonavit, con el que se ha resuelto el problema de la vivienda popular de millones de familias de recursos medios y bajos.

 

          En esos tiempos, el partido surgido de la Revolución todavía cumplía con uno sus objetivos básicos: el lograr que los mexicanos mejoraran sus condiciones de vida mediante gobiernos preocupados por la llamada justicia social.

 

         Pero eso acabó en los años 80, cuando el grupo de tecnócratas de Salinas llegó al poder. Fue puesto en la Presidencia de la República el señor Miguel de la Madrid como primer paso para cambiar el sistema revolucionario y nacionalista que había prevalecido durante muchos años y después, ya con Salinas en el poder, se dio el paso definitivo para acabar con la política de justicia social y se implantó el llamado neoliberalismo, ideado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, primera ministra de Inglaterra y presidente de Estados Unidos, respectivamente.

 

           Sin decir ‘agua va’, el salinismo echó al vote de la basura los principios básicos del PRI, su sistema económico de justicia social, incluso la misma historia del país, que empezó por eliminarse del discurso oficial para sustituirse por referencias a la política de libre mercado y a la necesidad de adelgazar al ‘estado obeso’, cediendo importantes sectores de la economía al sector privado, pues el gobierno sólo se encargaría de regular las actividades económicas de los particulares.

 

          El neoliberalismo acabó por volver a privatizar la industria petrolera y la industria eléctrica, que en muchos países capitalistas siguen perteneciendo al Estado por razones estratégicas.

 

         Las políticas aplicadas por los doctores de Harvard no fueron del agrado ni de los priistas, que en tiempos del presidente Ernesto Zedillo intentaron una rebelión que fue sofocada mediante la designación de un candidato presidencial que no tenía nada que ver con la tecnocracia y que fue derrotado por el candidato del PAN, un ranchero de Guanajuato, admirador de los cristeros de los años 20, guadalupano y exitoso vendedor de Cocacola. Vicente Fox, se llamaba, quien gobernó en pareja con su esposa Marta Sahagún.

 

           Luego hubo otro gobierno panista, el de Felipe Calderón, que en campaña dijo que sería el presidente del empleo debido a que el desempleo fue enorme con Fox, pero no mejoró nada con Calderón, quien fue el iniciador de la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’ que aun padecemos.

 

           Después de esos dos sexenios panistas, en los que nuestro avance económico llegó a ser inferior al de Haití, regresó por inercia al poder el Partido Revolucionario Institucional

 

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