Jarocho de nacimiento y poblano de corazón, era muy alegre y demasiado fuerte a su corta edad. Se trata de Julián Salvador N, a quien le encantaba jugar por las tardes afuera de su casa, porque se sentía seguro, a diferencia de su natal Veracruz, en donde los grupos de delincuencia organizada han ganado terreno y robado la paz a las familias.
La tristeza de un padre
Un poco más accesible y tranquilo por tener los restos de su pequeño en casa, don Salvador accede a hablar un poco de su tragedia y de Julián.
"Él era muy feliz, le encantaba salir a jugar a la calle porque podía hacerlo... mientras que allá (Veracruz) uno ya no se puede dar ese lujo porque tiene que vivir encerrado para evitar ser una víctima más... pero mire lo que le pasó acá a pesar de ser seguro", comenta mientras observa el pequeño ataúd blanco.
El señor de más de 50 años de edad recuerda que su hijo era un niño muy fuerte que constantemente les daba grandes lecciones de vida.
Apenas el pasado 19 de julio había cumplido siete años de edad y posó para la foto con una gran sonrisa junto a su pastel, sin saber que sería la última imagen que sus padres le tomarían y que utilizarían para buscarlo cuando se percataron de su desaparición el sábado pasado.
Por fin entregan cuerpo
La noche de este martes en la sección 07 del fraccionamiento Misiones de San Francisco se velaron los restos del pequeño Julián Salvador, quien murió luego de ser golpeado por su hermanastro, Eduardo N.
Lo anterior tras permanecer tres días en la morgue después de su hallazgo la tarde del pasado domingo.
Don Salvador vivió una doble tragedia al perder a su hijo más pequeño en manos de los malos actos de su primogénito.
Comenta que hace poco tuvieron que abandonar su natal Veracruz para radicar en un lugar más seguro, sin pensar lo que el destino les tenía preparado.
"A veces me escondo para llorar", Don Chava
Luisa Tirzo / Coronango
Salvador N, conocido cariñosamente por sus amigos y vecinos como ‘Don Chava’, admite que se tiene que hacer el fuerte para no quebrarse delante de la gente, pues la educación tradicional que recibió no le permite expresar sus sentimientos en público.
"No soy fuerte, me hago el fuerte, desgraciadamente es el machismo -admite- con el que nos criamos muchos, lo que no me permite sacar lo que siento delante de la gente... a veces me escondo para llorar, porque también lloro", confesó a esta reportera.
Luisa Tirzo / Coronango
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