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Viernes, 10 Enero 2020 02:18

Claudia: rehén de su propia incompetencia

Claudia: rehén de su propia incompetencia Escrito Por :   Arturo Rueda

Los regidores de la Comisión de Patrimonio y Hacienda aprobaron un punto de acuerdo para solicitar la suspensión y retiro del programa de bolardos, una derrota política que prefigura la derrota de hoy, cuando los estados financieros correspondientes a diciembre sean rechazados. Claudia ya no tiene control de su gobierno, ni de su Cabildo. Es rehén de su propia incompetencia.


 

Este día, tras quince meses de gobierno y varios intentos fallidos, Claudia Rivera Vivanco perderá el control de su Cabildo angelopolitano, pues por primera vez una mayoría de regidores tendrá éxito en rechazar los estados financieros del Ayuntamiento correspondientes a diciembre. Las tres últimas votaciones fueron tensas, pero de una u otra forma la alcaldesa logró brincar la oposición del llamado G5. Sin embargo, la regidora Libertad Aguirre ya se bajó de su barco y será el voto decisivo en contra.

 

El fantasma del cabildazo, pues, resucita hoy.

 

Un fantasma que se creía superado a partir del restablecimiento de las líneas de trabajo y comunicación con el gobierno de Luis Miguel Barbosa, pero el gobernador ya perdió toda esperanza luego de su ausencia a una reunión de seguridad realizada con mandos militares y la GN en diciembre.

 

Entre el rechazo a sus estados financieros y la renuncia del contralor municipal David Riveroll, ya no se sabe si es pésimo final de temporada 2019 para Claudia Rivera Vivanco o un terrible arranque de temporada 2020.

 

 

La línea de tiempo lleva a ambas conclusiones, ya que la renuncia de Riveroll comenzó a gestarse en los primeros días de diciembre, cuando los auditores de la ASE desembarcaron en el Ayuntamiento para realizar la auditoría preventiva de ese ejercicio, al mismo tiempo que se realizaba en la BUAP como parte de las primeras acciones de Romero Serrano.

 

Tras el avance de los requerimientos, y ante el desorden administrativo que se vive específicamente en el área de Obra Pública, Riveroll tiró la toalla y le comunicó que no estaba dispuesto a sacrificarse para limpiar el cochinero de Israel Román Romano, el punto neurálgico hacia donde se dirigía la ASE, pues en Tesorería y Secretaría de Administración las cosas se encontraban relativamente limpias. Armando Morales y Leobardo Rodríguez hicieron las cosas bien.

 

Abducida en su propio mundo, en el que vive desde hace meses, habitante de Babia, Rivera Vivanco no atendió la advertencia de su Contralor, quien pidió abrir una línea de negociación con el titular de la ASE.

 

Tampoco metió mano para poner orden en el desorden administrativo y financiero del titular de Obra, y como en muchos otros casos más, dejó de hacer, se puso en pausa y arrancó de una meditación de la que todavía no sale.

 

¿En qué piensa? Nadie lo sabe y ya todos se desesperaron, incluidos sus propios funcionarios que ya en noviembre plantearon una renuncia masiva como chispa para sacar del marasmo a la alcaldesa.

 

Increíblemente, la gota que derramó el vaso fue la instalación de cientos de bolardos por toda la ciudad a partir de diciembre, una política pública surgida de la ideología anticochista que Armando Pliego Ishikawa inoculó con éxito tanto en la Secretaría de Movilidad como en la alcaldesa, quien no cree en el proyecto pero lo defiende para tener algo qué decir o hacer. Vaya, para simular que trabaja y que su presencia hace diferencia. Vaya ingenuidad.

 

Los bolardos inútiles y estorbosos que solamente hacen caótica la circulación despertó al diablo de la ira social, y los regidores ya decidieron parapetarse, dejar sola a la alcaldesa y a Rubio Acle, pues comienza a circular la versión de que los bolardos son un negocio que beneficia a su esposo, pero no hay confirmación.

 

Ayer, los regidores de la Comisión de Patrimonio y Hacienda aprobaron un punto de acuerdo para solicitar la suspensión y retiro del programa de bolardos, una derrota política que prefigura la derrota de hoy, cuando los estados financieros correspondientes a diciembre sean rechazados. Claudia ya no tiene control de su gobierno, ni de su Cabildo. Es rehén de su propia incompetencia.

 

No habría problema con ese rechazo, excepto que se encuentra en marcha una auditoría preventiva de la ASE, que la tiene fácil para comenzar a revisar las compras de pánico realizadas en los dos últimos días de diciembre, cuando el Ayuntamiento se gastó 600 millones de pesos en nadie sabe qué.

 

Ante el cúmulo de problema, Mario Riveroll tiró la toalla para no agotar el poco o mucho prestigio profesional acumulado en décadas en la defensa de un gobierno indefendible. Con educación, le ratificó a Claudia Rivera que se bajaba del barco y le dejó un Ayuntamiento incendiado que Rivera Vivanco observa con total indiferencia mientras acaricia a su caballo Robert.

 

 

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