Este destacado y elocuente ex panista es hoy un acérrimo defensor de Andrés Manuel López Obrador y así lo justifica en un artículo que acaba de escribir en la revista Nexos que se llama “¿Por qué apoyo a Andrés Manuel?”. En él, a través de anécdotas personales (bastante buenas), revela su inclinación filosófica por el solidarismo y el distributismo que lo acerca ideológicamente a López Obrador.
Voy a confesar que a lo largo de mis varios semestres de Ciencia Política del ITAM no recuerdo haber estudiado el “solidarismo” como tal. Ya averiguando, resulta que es la versión francesa del liberalismo social (eso sí lo estudié).
“El solidarismo define la justicia como una relación de equivalencia entre lo que se aporta y lo que se recibe. No supone la desaparición de las desigualdades, sino que la justicia se encarga del cumplimiento de una deuda social que los individuos tienen con la sociedad”.
Si asumimos que esto es parte de la filosofía de Martínez Cázares será interesante ver cómo lo aplica en la procuración de justicia. Yo me imagino algo así como calcular cuánto le ha costado un individuo al Estado y cuánto le debe este individuo al Estado. Pienso que las sanciones serían más del tipo reparación del daño y trabajo social; más que encarcelamiento.
En la definición de solidarismo también dice que “no cambia tanto el diseño institucional del Estado como sus funciones, que pasa de ser vigilante a tener una misión más activa en la acción social”. ¿Cómo irá a ser más activo Martínez Cázares en la acción social? ¿Será más prevención, más patrullaje, más vinculación?
Los que sí son abogados y me están leyendo ya se dieron cuenta que no tengo ni idea de leyes. Pero la mayoría de la ciudadanía tampoco. Sólo nos quedan nociones de un procurador que persigue, un procurador que solapa, un procurador carnal. Mi cuestionamiento es si un fiscal solidarista puede disminuir la violencia y la inseguridad que sentimos.
El tema de la independencia y autonomía del próximo fiscal es clave para el éxito de las reformas. Ha sido muy debatida. De hecho, por eso se ‘congeló’ los últimos meses en las cámaras y dejaron la decisión al próximo gobierno.
Hay una nota en Animal Político de noviembre de 2010, en la que Germán Martínez asegura que no existe conflicto de interés ni posible tráfico de influencias entre su actividad profesional y los contactos hechos en la política.
En ese sentido, no sé qué tan independiente sea Germán Martínez en los hechos, pero me gustó lo que escribió al respecto: “creo más en la fidelidad a mis dudas, que en la lealtad a las certezas de los partidos”.