Caras largas y ojos rojos en el PAN-Cronica-

 

Toño Sánchez y Rafael Micalco observaban el suelo con la mirada perdida, al parecer jugando con su piecito. Parecían estar tranquilos, aunque sus discursos los pronunciaron con un dejo de derrota que sonaba lastimera

 

Selene Ríos Andraca

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El fantasma de la derrota recorría el salón Concepción del hotel Camino Real: las caras largas y los ojos rojos eran lo primero que veías en este ambiente con sabor a muerte.


Era, por decirlo así, como la escena del hospital en la que uno sabe que va a fallecer el paciente pero que es mejor no decir nada para no lastimar a los dolientes.


En este caso el paciente era un moribundo Toño Sánchez y los dolientes sus correligionarios los panistas.
Fue el fotógrafo de Cambio quien captó la escena de la derrota: Toño Sánchez y Rafael Micalco observaban al suelo con la mirada perdida, al parecer jugando con su piecito. Parecían estar tranquilos, aunque sus discursos los pronunciaron con un dejo de derrota que sonaba lastimera.


Toño Sánchez, Rafael Micalco y Francisco Fraile fueron los tres panistas que dieron la cara en los momentos más difíciles de la elección, tras el descalabro que propinaran las encuestadoras locales a Acción Nacional, revelando la contundente ventaja del tricolor.


La dirigencia de Acción Nacional en voz de su líder, Rafael Micalco, rechazó los resultados de las encuestas de salida —que le dan al PRI 25 distritos y los municipios más importantes del estado— al tiempo de asegurar que su postura sobre los resultados de la jornada será fijada hasta que el Programa de Resultados Preliminares (PREP) del Instituto Electoral del Estado (IEE) entregue los números.


El argumento del PAN para rechazar las encuestas de salida de IDEA, CISO y OPINA fue que más del 30 por ciento de los encuestados no respondió a la pregunta “¿por quién votó?”, y a decir del candidato a la presidencia de Puebla, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, ese porcentaje puede darle el triunfo en los resultados oficiales que emita en las próximas horas el Instituto Estatal Electoral.


Al término de la última rueda de prensa arribó el diputado federal Francisco Fraile García, quien fue el único de los panistas que se presentó en el peor momento para Rafael Micalco, para Sánchez Díaz de Rivera y para el resto de los candidatos.


Fue Francisco Fraile, el candidato de Acción Nacional, quien perdió la gubernatura en el proceso de 2004, el único panista en la mesa que reconoció que las tendencias no eran favorables para Acción Nacional y desde su experiencia dijo: “a veces se gana y a veces se pierde. Sin lugar a dudas me duelen las derrotas, si no lo sabré yo”.


Pero el rostro de Rafael Micalco no era el mismo que horas antes. Ya no había rastros de lágrimas en sus ojos a las ocho de la noche. Ya no tenía la postura cabizbaja y la voz temerosa.


Rafael Micalco se veía entero, inquieto, pero entero. En su última intervención de la noche, el líder estatal dijo casi seguro de sí mismo: “Lo que haya que reconocer, lo habré de reconocer”, cuando los reporteros le preguntaron si aceptaría una derrota contundente.

 

El cierre de la elección

 

Cinco minutos antes del cierre de las casillas, Rafael Micalco y el senador Jorge Ocejo ofrecieron una rueda de prensa para reprocharle a los priistas, en especial a Valentín Meneses, por sus discursos triunfalistas.
En ese momento, en el búnker panista las risas nerviosas y los rostros desencajados ya evidenciaban la inminente derrota del albiazul.


Con ojos llorosos y rojos, Rafael Micalco advirtió —a escasos cinco minutos del cierre las casillas— que “la elección aún no termina” y que el Revolucionario Institucional debe respetar a los ciudadanos y no exhibirse con discursos triunfalistas antes de que culmine la jornada electoral.


—¿Crees posible que el tricolor gane los 26 distritos del estado?
—No creo —dijo dubitativo y en voz baja el líder estatal durante su segunda conferencia del día.


Era imposible que Micalco disimulara su frustración, que ocultara que minutos antes, justo en el traslado de su guarida al búnker panista, las lágrimas lo habían traicionado y la prueba eran sus ojos hinchados e inyectados de sangre y dolor.


Rafael Micalco olvidó su look juvenil y envejeció en una elección intermedia, en la cual  al principio de la campaña tenían 20 puntos de ventaja sobre el tricolor.


A las ocho de la noche, después de que las encuestadoras locales revelaran el dos a uno de Blanca Alcalá sobre Antonio Sánchez, y que 25 de 26 distritos se habían pintado de verde, Rafael Micalco captó que su avasalladora ventaja había cambiado de rumbo y lo había abandonado.

 


 
 
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