Sin embargo, más allá de lo visual, los colores de los trajes, las corbatas, el maquillaje, los chistoretes, las puntadas o la manera de agarrar el micrófono está lo que cada candidato dijo, defendió y propuso a los mexicanos.

Así, por ejemplo, pudimos ver cómo todos ellos coincidieron en llevar a cabo una negociación, respecto al Tratado de Libre Comercio, con fuerza, dignidad y respecto.

Además, plantearon que hacia el presidente estadounidense Donald Trump debe haber fuerza y exigirle respeto hacia nuestro país.

Los candidatos plantearon que ante la negociación del TLC es necesario voltear hacia otros países con los que México ya cuenta con tratados comerciales y potencializarlos, así como negociar nuevas áreas de exploración comercial.

Pero también mostraron sus diferencias.

Así, por ejemplo, tuvimos dos propuestas muy claras. Una que planeta una economía cerrada, con incremento de subsidios y dádivas, y otra que le apuesta a una economía abierta en un mundo globalizado.

Es decir, tenemos una propuesta con ideas que ya demostraron su ineficacia en el pasado, contra otra que es realista y que apunta hacia el destino que lleva el mundo.

Los debates de los candidatos nos han permitido verlos como son y con sus propuestas a cuestas, aunque a veces para todos los problemas, alguno de ellos siempre tiene la misma respuesta.

Los retos que tiene México necesitan de muchas respuestas, de ideas innovadoras, de entender el entorno internacional, de buscar competir en un mundo globalizado.

Es necesario enfrentar, al menos tres grandes retos: abatir las diferencias que existen entre el norte y el sur, disminuir las distancias entre hombres y mujeres, y acabar con lo que separa a los que ganan poco de los que ganan mucho.

Las dos propuestas sobre el México de los próximos años estarán a debate en la boleta electoral y los ciudadanos escogerán a alguna con su voto.

Lo deseable es que todos aquellos que acudamos a las urnas sepamos lo que está en juego y optemos por la decisión correcta.