Antes de seguir, quiero aclarar que cuando hablo de “los empresarios” no sólo me refiero a los de Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial, Concamin y otras cámaras que los agrupan y que pueden tener agendas políticas específicas.
Los empresarios con e minúscula son aquéllos que tienen su empresita (que le dicen PYME), una pequeña fábrica o un negocio normal. No son los “Empresarios” de millones y millones, sino quienes esta generación o la pasada invirtieron su capital para impulsar una idea, y quienes todos los días luchan por hacer crecer su empresa, cobrar, pagar nóminas e impuestos.
Estos empresarios viven atemorizados de que les lleguen a cobrar derecho de piso, les roben sus mercancías o negocios, asalten a sus choferes o los extorsionen. Estos riesgos los pueden poner en quiebra y hacen temblar sus finanzas.
Pues bueno, son a ellos a quienes AMLO trae preocupados. La incertidumbre de lo que puede llegar a pasar si gana o pierde tiene detenidas o en “hold” operaciones, transacciones, negociaciones, y otras “iones” que frenan el crecimiento de las empresas.
Y si a esto le agregamos que también el TLCAN está en “hold”, pues entonces digamos que mientras se empieza a dilucidar cómo estará la cosa estamos aguantándonos la respiración en expectativa, miedo, suspenso, o para algunos, terror.
Si López Obrador ya va a nadar de muertito de aquí a la elección, si su arroz ya se coció, entonces es importantísimo que comience a dar certezas del futuro que nos espera; que los empresarios sepan que no necesitan poner en “hold” sus transacciones.
Yo quiero creer que la transformación moral número uno del país a la que se refiere AMLO será el alto a la impunidad, a la corrupción, a la violencia, a la inseguridad. Y, si esto es cierto, los empresarios serían los más favorecidos. Eso generaría certeza.
El problema es que dependiendo de la audiencia López Obrador cambia el tono de su mensaje. Al empresariado no le ayuda escuchar que los perseguirá, que los desprecia, que son el enemigo. Obvio eso genera preocupación.
Queda claro que López Obrador no cree que sea necesario generar más riqueza para tener menos pobres; él cree que con la que tenemos, pero mejor distribuida, seremos una mejor sociedad. Sin embargo, tampoco puede frenar la ambición y la libertad del que quiere y puede enriquecerse lícitamente.
El mensaje debe ser que para que la clase trabajadora prospere, los empresarios deben prosperar. Y agregaría que lo único que les pide López Obrador es no abusar de sus empleados y sensibilizarse para que todos puedan tener una vida digna. Tiene que ser juntos; no como rivales.
Así es que la operación cicatriz, o “reconciliación” como le dicen ahora, tiene que empezar ya. Porque un mes o un par de meses de estar en “hold” y aguantar la respiración nos puede poner morados.