La sociedad exclama un enérgico “¡Ya basta!”.
Definitivamente como dice el clásico: “en gustos se rompen géneros”. Esto a propósito del estilo que impuso la 4T para la celebración de las fiestas patrias.
Definitivamente a la alcaldesa se le enredó el calendario, y adelantó tres meses la obligada inocentada del 28 de diciembre, con aquello de dejar en libertad a los poblanos de rellenar y reparar los baches, “sus baches”.
El Gobierno federal se plantea asestar un decisivo golpe a la evasión fiscal y fortalecer la tasa impositiva a quienes mantienen sus ahorros pasivos en inversiones en los bancos.
Y finalmente todo parece indicar que la Cuarta Transformación acabó con un político de larga trayectoria formado en el viejo régimen pero siempre dueño de sus teorías, Porfirio Muñoz Ledo.
Ante la teoría de que para atacar un problema hay que comenzar por reconocerlo, ¡qué bueno! que el presidente López Obrador con todo y que está convencido de que en México todos estamos retefelices, el problema de la inseguridad que azota al país no le pasa inadvertido, por el contrario, lo acepta y lo considera su principal desafío.
La verdad ya resulta hasta aburrido hablar de la delincuencia, la inseguridad en la que vivimos.
Por algunas de sus reacciones y sobre todo por muchas de sus declaraciones, pareciera que “lo perdimos”.
La alcaldesa deshoja la margarita para decidir si acepta la invitación del gobierno de Colombia para hermanar a las ciudades de Puebla con Cartagena.
Mientras el gobernador Barbosa compra las mil patrullas e incorpora a nuevos elementos para reforzar la seguridad de los poblanos, según lo anunció en su primer día de mandato, los poblanos aterrados a convertirse en estadística de la delincuencia e inseguridad, de acuerdo con sus posibilidades se organizan para sumar esfuerzos y prevenir los robos y asaltos.
Cuando más insisten los expertos en la conveniencia de dejar el efectivo para realizar todas las operaciones de compra con el dinero de plástico, resulta que una falla quién sabe de qué, paraliza la economía un día completo, afectando a millones de consumidores.
Y mientras el gobernador Luis Miguel Barbosa se las ingenia para adquirir las mil patrullas prometidas y contratar y capacitar a los nuevos efectivos para garantizar la seguridad de quienes estamos en cualquier espacio de la entidad poblana, ‘los cuacos’ —como solían referir los viejos reporteros de policía a los ladrones— nos mantienen de rodillas.
Pasaron muchos años para volver a ver en la tierra que gobernaron durante seis años a cinco de los ex gobernadores que ha tenido Puebla los últimos 40 años.